domingo, 18 de enero de 2015

El cinismo de los mandatarios internacionales que claman en Francia por la libertad de expresión.



De bochornoso puede calificarse el espectáculo registrado en París, con la presencia de líderes de todo el mundo clamando por la liberta de expresión, cuando en sus países la vulneran constantemente. Raxoi no ha sido el único cínico de los que en esa manifestación, en la que no se han mezclado con el pueblo francés, porque una cosa era estar juntos y otra muy diferente revueltos con la masa municipal y espesa, muy serios y compungidos, han dado muestras del cinismo de la casta política internacional, que se rasga las vestiduras por el asesinato de los periodistas del Charlie Hebdo, pero tan solo porque los abatió la intolerancia yihadista. De haber sido víctimas de otras intolerancias es muy posible que hubiesen permanecido mudos, como lo hacen ante las vulneraciones de  libertad de expresión que se producen en el mundo, e incluso en Europa, donde, en España, la deriva del Gobierno de Raxoi debería ser causa de escándalo y reprobación de los dirigentes europeos de ser estos demócratas de verdad.

Resulta inaceptable, y es de suponer que para muchos periodistas y ciudadanos franceses sea así, que su presidente -otro supuesto socialista, como el resto de sus correligionarios europeos-, Françoise Hollande, acepte las condolencias de individuos que, de editarse el Charlie Hebdo en sus países, lo habrían prohibido, o habría sido víctima de atentados, como sucedió, en los años de la mal llamada transición, a revistas satíricas españolas a manos de los fascistas que aún siguen en este país campando a sus anchas y protegidos por la impunidad de una injusta e inaceptable ley de Amnistía.

Las redes sociales arden de reprobaciones a tan desmesurada muestra de cinismo, y no son pocos los profesionales del periodismo que han puesto en evidencia, en numerosos digitales, la cara dura de algunos líderes que hoy en París claman por una libertad de expresión que conculcan en sus países. Daniel Wickham, periodista y activista de los derechos civiles británico, publicaba hoy, a través de Twiter, mensajes en los que ponía de manifiesto la contradicción de dirigentes como el de Turquía, donde hace unas semanas se detuvo a numerosos periodistas de forma violenta y que aún permanecen en prisión, Netanyahu, el ministro israelí al que acusa de ser el causante de la muerte de siete periodistas palestinos, dirigentes de países árabes que hoy estuvieron en Paris, clamando por una libertad que en sus países es una utopía, pero también sobre el primer ministro griego, Samarás, porque bajo su presidencia los antidisturbios golpearon e hirieron a dos periodistas durante una manifestación contra los recortes en junio del año pasado.

No menciona Wickham a Raxoi y a España en sus tuits, aunque cabe recordar el maltrato sufrido por los periodistas gráficos que cubrieron las Marchas de la Dignidad, en las que cinco periodistas fueron apaleados con saña por la policía y que, pese a existir una grabación en vídeo del salvaje comportamiento de los antidisturbios, un juez sobreseyó la causa. Mas las agresiones a los periodistas no son el único reproche que hay que hacer a un Gobierno que ha promulgado una ley, la Mordaza, que prohíbe con penas de cuantiosas multas, y solo por el criterio de los antidisturbios, que los periodistas realicen su trabajo o efectúen grabaciones de abusos policiales.

Si esos asuntos no fueran suficientes para considerar a Raxoi y su Gobierno como conculcadores de la que llaman ‘sagrada’ libertad de expresión cuando conviene a sus intereses, es preciso recordar la persecución de los informadores libres en las televisiones públicas nacional y autonómicas, o los despidos de periodistas incómodos al PP en casi todos los medios privados, a los que, desde la Presidencia del Gobierno al más mísero gabinete de prensa del ayuntamiento más pequeño, llaman los integrantes del PP reclamando que se quite la voz y la palabra a quienes no les son afines. Cabe destacar la reciente imputación, por parte de la Audiencia Nacional, a un humorista de La Tuerka, Facu Díaz, por una parodia en la que presenta al PP como epígono de ETA por los casos de corrupción.

Hay que recordar también la persecución al Jueves, diario satírico español, que sufrió numerosas demandas, coacciones y censuras, que incluso hicieron que hace unos meses parte de la plantilla lo abandonase, por las presiones del poder.

Si el Charlie Hebdo fuese un semanario satírico español es muy posible que hubiese experimentado la ira y la violencia de los grupos de extrema derecha cuando, durante los últimos tiempos del franquismo y la mal llamada transición, dedicó varias portadas al genocida agonizante, o al nuevo monarca. Y en el presente sus irreverentes portadas relacionadas con la religión, con cualesquiera de las religiones sobre las que ironiza continuamente, serían perseguidos y procesados a causa del artículo el 525.1, del Código Penal que señala que “incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos religiosos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesen o practican”.

Es de suponer que fueron las fuerzas de seguridad las que impedirían a los franceses imprecar a líderes tan cínicos como los que asistentes a una farsa insultante para los propios periodistas asesinados y para todos los que luchamos, como podemos, y con infinitas dificultades por cierto, por mantener la libertad de expresión en este país y en otros muchos, donde los dirigentes vendidos a los intereses económicos, militares, especulativos o religiosos ponen la mordaza en la pluma o la tecla de los profesionales.

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