De
bochornoso puede calificarse el espectáculo registrado en París, con la
presencia de líderes de todo el mundo clamando por la liberta de expresión,
cuando en sus países la vulneran constantemente. Raxoi no ha sido el único
cínico de los que en esa manifestación, en la que no se han mezclado con el
pueblo francés, porque una cosa era estar juntos y otra muy diferente revueltos
con la masa municipal y espesa, muy serios y compungidos, han dado muestras del
cinismo de la casta política internacional, que se rasga las vestiduras por el
asesinato de los periodistas del Charlie Hebdo, pero tan solo porque los abatió
la intolerancia yihadista. De haber sido víctimas de otras intolerancias es muy
posible que hubiesen permanecido mudos, como lo hacen ante las vulneraciones
de libertad de expresión que se producen
en el mundo, e incluso en Europa, donde, en España, la deriva del Gobierno de
Raxoi debería ser causa de escándalo y reprobación de los dirigentes europeos
de ser estos demócratas de verdad.
Resulta
inaceptable, y es de suponer que para muchos periodistas y ciudadanos franceses
sea así, que su presidente -otro supuesto socialista, como el resto de sus
correligionarios europeos-, Françoise Hollande, acepte las condolencias de
individuos que, de editarse el Charlie Hebdo en sus países, lo habrían
prohibido, o habría sido víctima de atentados, como sucedió, en los años de la
mal llamada transición, a revistas satíricas españolas a manos de los fascistas
que aún siguen en este país campando a sus anchas y protegidos por la impunidad
de una injusta e inaceptable ley de Amnistía.
Las
redes sociales arden de reprobaciones a tan desmesurada muestra de cinismo, y
no son pocos los profesionales del periodismo que han puesto en evidencia, en
numerosos digitales, la cara dura de algunos líderes que hoy en París claman
por una libertad de expresión que conculcan en sus países. Daniel Wickham,
periodista y activista de los derechos civiles británico, publicaba hoy, a
través de Twiter, mensajes en los que ponía de manifiesto la contradicción de
dirigentes como el de Turquía, donde hace unas semanas se detuvo a numerosos
periodistas de forma violenta y que aún permanecen en prisión, Netanyahu, el
ministro israelí al que acusa de ser el causante de la muerte de siete
periodistas palestinos, dirigentes de países árabes que hoy estuvieron en
Paris, clamando por una libertad que en sus países es una utopía, pero también
sobre el primer ministro griego, Samarás, porque bajo su presidencia los antidisturbios
golpearon e hirieron a dos periodistas durante una manifestación contra los
recortes en junio del año pasado.
No
menciona Wickham a Raxoi y a España en sus tuits, aunque cabe recordar el
maltrato sufrido por los periodistas gráficos que cubrieron las Marchas de la
Dignidad, en las que cinco periodistas fueron apaleados con saña por la policía
y que, pese a existir una grabación en vídeo del salvaje comportamiento de los
antidisturbios, un juez sobreseyó la causa. Mas las agresiones a los periodistas
no son el único reproche que hay que hacer a un Gobierno que ha promulgado una
ley, la Mordaza, que prohíbe con penas de cuantiosas multas, y solo por el
criterio de los antidisturbios, que los periodistas realicen su trabajo o
efectúen grabaciones de abusos policiales.
Si
esos asuntos no fueran suficientes para considerar a Raxoi y su Gobierno como
conculcadores de la que llaman ‘sagrada’ libertad de expresión cuando conviene
a sus intereses, es preciso recordar la persecución de los informadores libres
en las televisiones públicas nacional y autonómicas, o los despidos de
periodistas incómodos al PP en casi todos los medios privados, a los que, desde
la Presidencia del Gobierno al más mísero gabinete de prensa del ayuntamiento
más pequeño, llaman los integrantes del PP reclamando que se quite la voz y la
palabra a quienes no les son afines. Cabe destacar la reciente imputación, por
parte de la Audiencia Nacional, a un humorista de La Tuerka, Facu Díaz, por una
parodia en la que presenta al PP como epígono de ETA por los casos de
corrupción.
Hay
que recordar también la persecución al Jueves, diario satírico español, que
sufrió numerosas demandas, coacciones y censuras, que incluso hicieron que hace
unos meses parte de la plantilla lo abandonase, por las presiones del poder.
Si
el Charlie Hebdo fuese un semanario satírico español es muy posible que hubiese
experimentado la ira y la violencia de los grupos de extrema derecha cuando,
durante los últimos tiempos del franquismo y la mal llamada transición, dedicó
varias portadas al genocida agonizante, o al nuevo monarca. Y en el presente
sus irreverentes portadas relacionadas con la religión, con cualesquiera de las
religiones sobre las que ironiza continuamente, serían perseguidos y procesados
a causa del artículo el 525.1, del Código Penal que señala que “incurrirán en
la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos
religiosos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de
palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus
dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes
los profesen o practican”.
Es
de suponer que fueron las fuerzas de seguridad las que impedirían a los
franceses imprecar a líderes tan cínicos como los que asistentes a una farsa
insultante para los propios periodistas asesinados y para todos los que
luchamos, como podemos, y con infinitas dificultades por cierto, por mantener
la libertad de expresión en este país y en otros muchos, donde los dirigentes
vendidos a los intereses económicos, militares, especulativos o religiosos
ponen la mordaza en la pluma o la tecla de los profesionales.
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