viernes, 23 de enero de 2015

La prensa habla de Bárcenas o Zapatero, inventa insidias de Monedero y silencia desahucios de viviendas públicas.



Al entrar en contacto con la información cualquier persona con un mínimo sentido ético no puede menos que sentir mucho asco por lo que sucede en este país, y por el modo en que una prensa domesticada y sin dignidad, lo cuenta. 
 
Como si fuesen víctimas de un ataque de catatonia, los medios guardan silencio ante las vilezas e injusticias, ¿tal vez ilegalidades?, perpetradas por un poder ávido de dinero con la misma brutal pulsión que un tiburón devora a sus presas. La noticia de que esta madrugada, a las seis, la policía desalojaba de su domicilio a una familia con dos hijos, uno un bebé de apenas dos meses, porque sus padres no podían hacer frente al alquiler de una vivienda social que el Ayuntamiento vendió a un fondo buitre que duplicó el precio, pasó desapercibida para algunos medios, en tanto quienes daban la noticia lo hacían con la indiferencia de quien expone el resultado de un partido de fútbol, o, seguramente, con mucho menos apasionamiento. Nadie puso en duda la legalidad de la medida –que tal vez lo sea- o la carencia de ética, humanidad y decencia de quienes pusieron a la venta un bien público, de aquellos que lo compraron, o del juez que tal vez podría haberse resistido a dictar tal desahucio, o al menos no haberlo ordenado de madrugada.  

Vivimos en una sociedad que más merecería el nombre de suciedad, teniendo en cuenta el omnímodo poder de los dueños del dinero y la fragilidad e indefensión del resto. Produce una mezcla de repulsión, indignación e impotencia contemplar que se producen esas situaciones sin que nadie pueda mover un dedo porque, además, un ministro fascista impone unas leyes que dejan inerme a la sociedad, sin el menor mecanismo de protesta o de rechazo a las injusticias. Y en tanto la prensa, ciega al drama de los ciudadanos, al servicio de los poderosos, no se permite agitar las conciencias con el sencillo sistema de explicar que asuntos como el desahucio de esa familia es la consecuencia de la connivencia del poder político con las mafias financieras que obran, unos y otras, con la impunidad que les confieren unas leyes hechas a la medida de los poderosos, y aplicadas por jueces complacientes. 

Mientras buena parte de la población malvive sin trabajo, sin casa, sin comida en muchas ocasiones, empobrecida y maltratada por los poderes públicos, los medios dan cuenta de las miserias de los corruptos sin poner definiciones ni explicar hasta qué punto resulta escandaloso cuanto está sucediendo, y que, en otros países, asuntos similares dieron lugar a la dimisión inmediata de políticos tan o más poderosos que los locales, quizá igual de corruptos, pero, al menos, con algo más de vergüenza que los autóctonos, que no dimiten ni aún pillados con las manos en la caja B del dinero. 

Esa prensa complaciente y servicial con el poder no pone en evidencia nunca las contradicciones de unos políticos tramposos y cínicos que niegan evidencias que, en otros países, tiempo haría que habrían sido causa de la dimisión del Presidente del Gobierno. 

El PP niega la existencia de su caja B, y dice que era la caja del extesorero, que responde, cargado de razón, que si hubiese sido suya no habría pagado la reforma de la sede de Génova 13 con su dinero. No se entiende que la Justicia permanezca agazapada, escondida como conejo temeroso, sin citar a declarar al Presidente, que, a nadie le cabe duda, es tan corrupto como el resto de sus correligionarios, incluido el exsenador Bárcenas. 

En cualquier país el escándalo sería tan mayúsculo que ni su mayoría absoluta le sería suficiente para mantenerse en el Gobierno, porque, incluso desde su propio partido, alguien le habría exigido que dimitiera. Aunque tal vez todos aquellos que puedan tener capacidad para ello no lo hagan porque todos están enfangados en el mismo barro fétido de la corrupción. 

En tanto, el partido mayoritario de la oposición, el PSOE, en lugar de poner el punto de mira en la corrupción y las injusticias, se pierde en luchas internas y, lo que es peor, en hacerle el trabajo sucio a la extrema derecha, apoyando con sus declaraciones las infamias y manipulaciones de la prensa cavernaria, al servicio del PP. Se ve a diario en las redes sociales, donde la militancia socialista se dedica a hacerse eco y repetir las consignas de la extrema derecha contra Podemos, el único partido que en la actualidad hace que los ciudadanos tengan algo de esperanza ante las dos formaciones que llevan cerca de cuarenta años gobernando para los poderosos, sometidos a los bancos, a los que deben millones, y que jamás tomaron una medida en contra de la oligarquía para hacer la vida un poco menos difícil al pueblo. 

La caverna emprendió una campaña de desprestigio contra el ideólogo de Podemos, Juan Carlos Monedero, porque facturó cuatrocientos mil euros por un trabajo de asesor sociológico a países sudamericanos. Como profesional estaba en su derecho de hacerlo, podía crear una sociedad para ello y lo hizo. Pago sus impuestos pero no el IVA, porque no tenía obligación de abonarlo, dado que quienes le pagaban no cuentan con ese impuesto en sus países. Y lo hizo, además, mucho antes de que existiera Podemos. 

Mas la extrema derecha se agarró a esa noticia (?) para lanzarla contra Podemos, censurando que ganase esa cantidad por su trabajo de sociólogo, cuando nadie censura, ni pone en evidencia, a quienes se enriquecen con el dinero del pueblo. Ganar cuatrocientos mil euros y donarlos a una televisión que se hace con más voluntad que medios y con una vocación de servicio público que ya debieran las televisiones públicas, es un delito horrible para la extrema derecha, para algunos que se dicen socialistas –como Enrique Sopena- y para los dirigentes del PSOE.

 Como locos se lanzaron a cargar contra Monedero en particular y Podemos en general, mientras callan y muestran complacencia ante toda la corrupción y todas las injusticias que perpetran los amos del dinero. 

El maridaje entre la prensa cavernaria y los socialistas para desprestigiar al único partido que podría cambiar la situación insostenible que sufre este país deja en evidencia a qué amos sirven los socialistas, que en lugar de buscar alianzas con Podemos, las buscan en la extrema derecha y la reacción. Son torpes y suicidas y se están condenando, ellos solos, a la desaparición. 

La pregunta es qué hará esa prensa complaciente y servil si, quiéranlo los hados de la política, este país consigue librarse de gobernantes como los actuales y se impone un cambio. ¿Seguirán haciendo de los mamporreros de la mafia del dinero o donde dijeron digo, dirán Diego?

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