domingo, 8 de marzo de 2015

Día de la mujer trabajadora, ¿qué diríamos de una sociedad que discriminase a los calvos o a los rubios?



El día que no haya que conmemorar fecha alguna respecto a los problemas que afectan a las mujeres será cuando se haya alcanzado la plena igualdad en un mundo desigual e injusto que discrimina a más de la mitad de la población mundial. Para algunas de nosotras, las que nos pensamos en personas sin más, la distinción por género, o  sexo, nos resulta descabellado. Hablar de género es, además, un absurdo eufemismo que parece intentar convertir a las mujeres en una propiedad lingüística y no en individuos con una entidad sexual determinada, que tampoco tendría porque existir, porque socialmente tendría que resultar disparatado que a los individuos se los catalogase en función de sus opciones sexuales, más actualmente, cuando no existe solo la sexualidad hombre-mujer, sino que existen otras opciones como la homosexualidad, el lesbianismo, o el travestismo. 
 
Mas no es ese el problema de la desigualdad, el problema está en lo que algunas mujeres vemos con estupor e indignación, tan disparatado como si en una sociedad se discriminase a los calvos, o a los que fuesen rubios. ¿Es posible imaginar un titular que rezase: “Solo un 20% de rubios tienen puestos de responsabilidad política en el mundo”?, o, “el 66% de los analfabetos del mundo son calvos”. O, “en el sector servicios las tareas no cualificadas son realizadas en un 80% por rubios, que cobran un 30,67% menos que sus iguales morenos”. O bien: “directores y gerentes calvos cobran un 16,08% menos que los morenos en estos puestos”. Esa desigualdad, que leída en diferencias por color de pelo o por su ausencia pareciera un dislate, se da entre hombres y mujeres sin que la sociedad se escandalice más que en limitados sectores y un día al año, mientras que el resto del año, la brecha salarial, las desigualdades monstruosas en razón del sexo de los individuos es vista con indiferencia o pasividad.

No es solo la injusta e irrazonable brecha salarial que obliga a las mujeres a trabajar 59 días más al año para recibir los mismos emolumentos por igual función laboral, esas diferencias se producen así mismo en las pensiones, donde las mujeres las perciben un 19.6% más bajas que los hombres. Y es que la crisis se ha cebado con las mujeres, que seguimos siendo, como decía August Bebel, las doblemente exprimidas en la sociedad capitalista. Situación que, pasado siglo y medio de la cita del socialdemócrata alemán, sigue siendo una arbitraria realidad.   

Los problemas se acrecientan según las mujeres van cumpliendo años. Así, las estadísticas señalan que en el tramo comprendido entre los 45 y 59 años, y entre las mujeres que pertenecen al ítem de familias monoparentales, el paro afecta al 84% de ellas.
Y si en el trabajo las mujeres cobramos menos salario por igual trabajo, es curioso ver como ciertos reconocimientos sociales se destinan mayoritariamente a los varoncitos. Así, según el INE, solo un 18% de mujeres recibieron condecoraciones en el pasado año, más bajo fue aún el reconocimiento de doctorados Honoris Causa, percibido por tan solo el 15.46% de mujeres, pese a que a la hora de percibir premios de fin de carrera, el número de mujeres con esa distinción supero al de los hombres, siendo el 53.6% de mujeres el que alcanzó esa distinción. 

En el sector de la Educación la brecha también crece entre chicos y chicas, en una enseñanza copada por la secta católica, en cuyas manos puso el actual Gobierno la Escuela Pública, aunque el problema ya venía de muchos años atrás, cuando el PSOE se inventó el desafuero de las Escuelas Concertadas. Según datos del OCDE, las niñas españolas son mejores en lectura, mientras los chicos lo son en matemáticas, lo que significa que ya, desde la escuela, se empieza a dirigir a niños y niñas por diferentes caminos profesionales, destinando a las mujeres del mañana a carreras cuyas salidas profesionales están menos remuneradas que las de los chicos. El actual Gobierno, que ha trabajado en contra de la igualdad como no lo hicieron los precedentes, admite que no hará nada para cambiar esa situación que, piensa, se solucionará con la aplicación de la LOMCE, ley que, entre otros dislates, aprueba la segregación por sexos de los niños en los colegios. 

Discriminadas social y laboralmente, víctimas de la desigualdad económica y del terrorismo machista –el pasado año murieron 57 mujeres a manos de sus exparejas y en lo que va de 2015 asesinaron a otras 4-, con todo, las mujeres europeas podemos considerarnos afortunadas en comparación con otras zonas del mundo. En países de Oriente Medio, como Arabia Saudí, India o Pakistán, las mujeres son azotadas y lapidadas por ser víctimas de violaciones; en África son sometidas a crueles mutilaciones sexuales, en México resultan víctimas de un feminicidio generalizado, y, en general, en los países sudamericanos el machismo impera con mayor fuerza que en Europa, aunque en España exista aún un machismo larvado, socialmente disimulado, pero aplicado no solo en la brecha salarial, sino en actitudes cotidianas, percibidas tan solo por quienes son sensibles a esa lacra social y cultural que hace del mundo un lugar inhabitable. 

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