El
pasado año, en este mismo blog, se denunciaba el silencio de ciertos medios
sobre la convocatoria de las Marchas de la Dignidad, que al final fueron un
éxito a pesar de los esfuerzos del Gobierno y la prensa cavernaria para
ocultarlo tras una avalancha de falacias en las que se acusó a los
manifestantes de agresiones a la policía.
Transcurrido
un año, cuando se repite la convocatoria de Las Marchas de la Dignidad, muchos
medios reiteran su política de ignorar la convocatoria a la espera, quizá, y
como el año pasado, de dar información sobre disturbios y comportamiento
salvaje de los manifestantes, criminalizando la protesta social, al seguir así
la consigna de un gobierno que, cada día más, se acerca a una dictadura de
facto, con la complicidad de las más altas instancias judiciales.
Y
es que la represión sobre las protestas ciudadanas empiezan a adquirir
caracteres de dictadura al viejo estilo de la franquista, como si en un nefasto
viaje en el tiempo, el Ministro del Interior, mediante la aplicación de la muy
criticada Ley Mordaza, nos retrotrajese, por la fuerza, a los tiempos de
Franco. Cuenta el Gobierno, además, con la complicidad o servidumbre de órganos
judiciales que, incumpliendo los principios de garantía de los acusados, ignora
sus testimonios, dando validez tan solo a las acusaciones policiales o,
incluso, a los escoltas de determinados políticos, para aplicar unas penas
absolutamente impropias de una democracia.
Hace
tres días el Supremo, presidido por el muy conservador juez Carlos Lesmes, a su
vez Presidente del CGPJ, castigaba con penas de cárcel de tres años a los
participantes en la protesta contra el Parlament catalá, empleando unos argumentos
que le descalifican como demócrata al afirmar que el respeto por las
autoridades electas ha de ser superior al derecho a manifestarse de los
ciudadanos, por lo que condena a los participantes identificados en la protesta
contra los parlamentarios catalanes, motivada por brutales recortes y la destrucción
del derecho a una Sanidad de calidad. Esta es la primera vez, en la historia de
esta pseudemocracia, que el Supremo impone penas de cárcel sin repetir el
juicio y después de haberse negado a escuchar a los imputados.
También
un juez de Cantabria, el titular del Juzgado de Instrucción número 4 de
Santander, Luis Enrique García Delgado, intenta que se condene a penas de hasta
nueve años de cárcel a un grupo de universitarios que intentaron participar en
el programa ‘Tengo una pregunta para usted’ que se celebraba en el campus de la
universidad cántabra. El juez dice ver ‘claros indicios de criminalidad’ en el
intento de los jóvenes de acceder al acto, e ignora las agresiones e insultos
que los estudiantes sufrieron por parte de la policía y los escoltas del
Presidente cántabro, Ignacio Diego. En una peculiar forma de administrar
Justicia, el magistrado tan solo admitió como pruebas el testimonio de
policías, escoltas y del propio Presidente, y se negó a escuchar a los
acusados, en una práctica que recuerda más a los juicios sumarísimos del franquismo,
que a la aplicación de la Justicia de una democracia.
Sin
duda son razones de peso para que la ciudadanía se manifieste reclamando su
derecho a la dignidad y a la protesta que, este Gobierno, con la connivencia de
jueces partidistas, quiere eliminar.
Motivos
para una nueva convocatoria de Las Marchas de la dignidad existen en el
presente, tan vigentes como en el pasado año y aún más, porque, sufriendo como
entonces la consecuencia de las altas tasas de paro, las intolerables bajadas
salarias y pérdida de derechos laborales, junto con el aumento de la brecha
social, y la pérdida de derechos sociales, se suman los escándalos de Caja Madrid,
o el comportamiento del Ministerio de Hacienda, que está haciendo uso de la
Agencia Tributaria y de su personal para uso partidista.
Porque,
en el escándalo suscitado por el argumentario escrito por un asesor de Montoro,
lo indignante no son las desafortunadas comparaciones del PP con Cáritas o la
Cruz Roja, como se empeñaron en mostrar los medios, sino en el uso torticero de
recursos públicos puestos al servicio del PP y la pretensión de sus dirigentes
de que la Agencia Tributaria se erija en órgano que imparte justicia, al
considerar los dirigentes del Gobierno, que es quien decide qué cosa o no es
legal, función que corresponde tan solo a los jueces.
Fundamento
para manifestarse contra la corrupción, que ha costado a las arcas públicas más
de cuarenta mil millones según algunos informes, tendrán los participantes en
las Marchas de la Dignidad, dado que cada día el ciudadano se desayuna con un
nuevo escándalo que, casi siempre, concierne al Gobierno, al partido que le
sustenta, el PP, y sus dirigentes. Cuantos se preguntaban de qué se reía
Montoro, cada vez que comparecía ante los medios, pueden dejar de hacer
conjeturas: Montoro se reía, y posiblemente seguirá riéndose, de los ciudadanos
a los que, a través de su despacho Equipo Económico, esquilmaba impunemente. El
ministro de Hacienda y Administraciones Públicas abandonó formalmente el
despacho al acceder al Ministerio, aunque nadie podrá asegurar que, de alguna
forma, no siga beneficiándose de los pingües negocios que el bufete obtuvo a
raíz de la llegada del ministro al Gobierno.
Desde
entonces, Equipo Económico –actualmente investigado por la Fiscalía
Anticorrupción-, multiplicó sus ganancias. Según avanzan las investigaciones se
van descubriendo sospechosos negocios. Hace unos días se averiguó que la
sociedad creada por Montoro para asesorar empresas lo hizo con una de las de la
trama Gürtel, Everland, dedicada al turismo y la organización de fiestas,
propiedad de uno de los procesados en ese escándalo, Jesús Merino, que abonó al
despacho de Montoro 116.000 por asesorarle con el fin de reducir el volumen de
impuestos que debía abonar a Hacienda.
Hoy,
los medios informan de que Equipo Económico se benefició de un contrato de dos
millones de euros por asesorar a una empresa pública, Red de Parques y Clusters
de la Comunidad de Madrid, nombre que recibía en ese momento la sociedad que
luego se denominaría Madrid Network. La sociedad, que cuenta con más de 700
empresas grandes y pequeñas asociadas, está especializada en “buscar nuevas
oportunidades empresariales a través de la innovación”. El presidente de Madrid
Network entre 2008 y 2011 fue Antonio Beteta, en aquel momento también
consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid y ahora secretario
de Estado para las Administraciones Públicas, puesto que depende, a su vez, del
ministerio de Montoro. Una vez más los dirigentes del PP hicieron uso de lo
público para sus beneficios privados.
No
acabaría este artículo si se tuviesen que enumerar todas y cada una de las
razones para la celebración de las Marchas de la Dignidad. La ciudadanía tiene
derecho a reclamar un país digno y libre. Sin corrupción y sin represión, sin
injustica social ni abusos laborales. Le va en ello su supervivencia. Y su
dignidad.
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