jueves, 12 de marzo de 2015

La moneda de la discordia y la insensibilidad de la Casa Real.



Si Felipe VI fuese tan preparado e inteligente como dicen sus panegiristas, y contase con un mínimo de sensibilidad social e histórica, se habría negado a que su efigie figurase en una moneda en la que figura la leyenda ’70 años de Paz’. La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre depende del Ministerio de Hacienda. Del despacho de Montoro o del Consejo de Ministros, saldría la idea de la leyenda de una moneda de oro de doscientos euros para, dicen, conmemorar el 70 aniversario del fin de la II Guerra Mundial. Aunque España no participase en esa contienda –más hubiese valido a los españoles que lo hiciera, porque en ese caso no habrían tenido que sufrir 40 años de dictadura fascista-, no se sabe el motivo por el que el animoso Ejecutivo español se suma a la celebración de los demócratas contra el fascismo y el nazismo, siendo, como es, hijo putativo del dictador Franco.

La leyenda ’70 Años de Paz’ es calcada de la campaña puesta en marcha por Fraga Iribarne cuando era ministro del genocida, aunque siguiera en la cosa pública siéndolo del gobierno de Arias Navarro en la monarquía y posteriormente fundase el partido que ahora gobierna con las siglas del PP. En 1964, plazas y calles de todo el país se vieron adornadas con vallas publicitarias en las que podía leerse ese eslogan. Dicen que es leyenda que el semanario satírico La Codorniz publicase una portada en la que unos sabios con bata blanca miraban uno de esos carteles, bajo los que se podía leer “25 años de Paz, ciencia española’, mas esta bloguera podría jurar que tuvo en sus manos el ejemplar, porque parece estar viendo tal dibujo.

La PAZciencia española parece ser inagotable, porque, aparte de algunas críticas en las redes sociales, ningún político, ni asociaciones de Memoria Histórica han alzado su voz contra la afrenta que supone que se conmemoren en este país ’70 años de Paz’, cuando veintiocho de ellos se vivieron bajo una dictadura que asesinaba a los ciudadanos, los desaparecía, los arrojaba por ventanas o los fusilaba tras juicios sumarísimos sin la menor garantía jurídica.

Si Felipe VI estuviese tan preparado y, además, tuviese algo de sensibilidad para con la mitad de los ciudadanos, que no súbditos, de este país sabría que resulta una verdadera afrenta para las víctimas del franquismo fascista esa paz de cementerios que se sufrió durante cuarenta años. Mas parece que a tal padre tal hijo, y Felipe VI, sucesor del sucesor de Franco, del que dicen que no consentía que se hablase mal del dictador ante su persona, debe sentirse muy satisfecho de esos años de falsa paz, en la que solo gozaban de ella los ganadores de la guerra consecuencia del golpe de Estado de los abyectos militares que se levantaron contra el poder legalmente constituido de la II República.

Mal empezó su reinado Felipe VI, consintiendo que el día de su coronación o proclamación, que esta bloguera no está muy puesta en cuestiones cortesanas, apaleasen, detuvieran, e incluso, invadiesen domicilios particulares para evitar que se colgaran de algunos balcones la bandera republicana. Dirán que esas acciones fueron responsabilidad del Gobierno, aunque, si tan inteligente es y tan informado está, le hubiera sido muy fácil decirle al Gobierno que no quería que se produjeran esas abusivas represiones.

En el presente, sancionando con el uso de su imagen una moneda ofensiva para muchos millones de españoles que padecieron la brutalidad del régimen fascista, Felipe VI demuestra que es fiel continuador de su padre, que a su vez fue sucesor del dictador, y que, no hay que olvidarlo,  profesaba admiración y afecto a un criminal genocida.  

La emisión de la moneda no viene a cuento, ni siquiera internacionalmente, porque es falso que Europa haya vivido setenta años de paz, ¿olvidaron los emisores de la moneda de marras la dramática guerra de Yugoslavia, los terribles bombardeos de la OTAN sobre Sarajevo, o los asesinatos de Srebrenica?

Pareciera como si el Gobierno de Raxoi quisiera continuar la afrentosa campaña de su fundador en 1964, en la que humillaba a la mitad de los españoles y se reía de todos, cuando en aquellos años la única paz que existía en el país era la de los cementerios.

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