lunes, 2 de marzo de 2015

Ignacio González protagoniza un ridículo más en el esperpento de la corrupción del PP



Leyendo los titulares de prensa, viendo casi a diario noticias que involucran a dirigentes del PP en casos de corrupción, los ciudadanos acabarán preguntándose si queda alguno que no esté enfangado en algún charco de miseria ética. Hoy fue el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, quien protagonizó uno de esos episodios que el gran Valle describiría como el reflejo de la realidad en los espejos cóncavos. Para ser más claros, el esperpento más absoluto.

Y es que tras años de denuncias archivadas, acusaciones, negaciones, más denuncias y más archivos, incluido el del Supremo, fue el propio González el que hoy trajo a la actualidad el extraño episodio de su lujoso piso en Marbella, ese que se vincula con parte del cobro de un soborno por el pelotazo de unas recalificaciones hechas a beneficio de alguna trama corrupta y que, evidentemente, González niega, para asegurar que la policía le tiene manía, como hacen con los suspensos los malos estudiantes, o la ‘perlitas’ que acusaba a Iglesias de suspenderla por llevarlas, aunque la realidad es que la suspendieron también otros dos profesores, porque parece que era poco lista, como poco.

El presidente González, histérico y al borde de un ataque de nervios, que ríanse de los que aquejaban a las chicas Almodóvar, se puso tan nervioso que dio plantón a la ministra de Fomento, que supervisaba el avance de las obras de construcción de la nueva estación de Soto del Henares, en Torrejón de Ardoz (Madrid). González tendría que haber acudido a ese acto de propaganda preelectoral, mas preso de la histeria, al ver como el turbio asunto de su lujoso piso puede dejarle fuera de la candidatura de Madrid, debido a una información aparecida en el diario El Mundo, se escaqueó de su compromiso con Ana Pastor para presentarse ante los medios con el objeto acusar a dos comisarios de "chantaje" y "extorsión" por la información de 'El Mundo', solicitó amparo al Ministerio del Interior, y se mostró convencido, o intentó persuadir a la prensa, de que las informaciones procedían de su entorno para anularlo de cara a las elecciones del 24 de mayo, liándose en unos desmentidos esperpénticos y absurdos que le dejaron, aún más, con las posaderas a la intemperie.

La realidad es que hace meses, cuando dos policías de Málaga descubrieron que el piso de Ignacio González había sido adquirido a una sociedad radicada en un paraíso fiscal, cosa que ningún político con sentido común haría, la respuesta del Ministerio del Interior fue cesar a esos inspectores para que no siguieran molestando al entonces poderoso González. Entonces, porque en el presente se ha desvelado como una más de las muchas patatas calientes que el PP maneja ante las elecciones, que no sabe qué hacer con tanto corrupto que le impide presentar en cualquier autonomía una lista limpia de políticos que nunca hayan visto sus nombres relacionados con la miseria ética de los latrocinios de lo público.

 

Según El Mundo, que se apoya en un informe aportado por la Dirección General del Policía, el presidente de la Comunidad de Madrid pidió en persona a la Policía que tapara el escándalo de su ático en Marbella y para ello mantuvo una reunión secreta con varios mandos policiales a las 11.00 horas del 29 de noviembre de 2011, sólo tres meses después de que comenzaran las pesquisas sobre su dúplex de lujo, adquirido por un testaferro profesional, a través de una empresa creada sólo unos meses antes, y domiciliada en un paraíso fiscal. González disfrutaba desde 2008 de un ático de 500 metros cuadrados en la Urbanización La Alhambra del Golf,  adquirido por un testaferro profesional, el mexicano Rudy Valner, a través de una sociedad creada ad hoc días antes: Coast Investors LLC, radicada en el paraíso fiscal de Delaware.

 

A partir de la compra del inmueble por parte de ese fiduciario, que comercializa la creación de "escudos societarios" para ocultar la identidad de sus clientes y trabaja habitualmente para el presidente del Atlético de Madrid y contratista del Gobierno madrileño, Enrique Cerezo, el presidente popular y su mujer Lourdes Cavero, suscribieron un contrato de alquiler. La Policía sostuvo, desde el primer momento, que se trataba de un contrato ficticio y que el inmueble fue adquirido por González a través de Valner, con fondos que, apuntó, procederían del cobro de comisiones, concretamente, "unos dos millones de euros" a cambio de la adjudicación de una parcela en Arganda. "Una parte en efectivo y el resto, mediante la entrega de un inmueble de alto standing en la Costa del Sol".

 

El del piso de González es un episodio más del patio de Monipodio que frecuentan los políticos del PP desde hace muchos años, un lance trufado de todos los ingredientes de las novelas picarescas del siglo XVII, aunque pasado por los espejos cóncavos de la realidad; un esperpento político de ausencia de ética y de vergüenza. Un capítulo más del fétido fango en el que el PP mantiene inmersa la política, a la vez que desvalijaban, y aún desvalijan, todo lo público.

 

De la ciudadanía depende defenderse, impedir que la sigan robando, enviando a esa caterva de ladrones a sus casas, o, preferentemente, a la cárcel, previa devolución de tanto cuanto afanaron.

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