Las
redes echan humo con el cese de Jesús Cintora, el conductor de Las mañanas de
Cuatro, una tertulia televisiva en la que se oían las voces de Podemos, de Sor Lucia
Caram o de Miguel Ángel Revilla, personajes sin pelos en la lengua que llamaban
a las cosas por su nombre, aunque también hubiese tertulianos favorables al PP
y al establishment. Mas el poder no quiere pluralismo ni equilibrios. El PP,
que se enfrenta a unas campañas electorales muy duras, en las que sabe que sale
como caballo perdedor, no está dispuesto a dejar que haya medios que puedan
contar la realidad del país.
Quieren
propaganda y no información, y así lo están imponiendo. En El País la purga se
inició hace muchos meses. De la última se sabía ayer mismo: a Carlos Cué,
responsable de la información del PP, e incómodo periodista preguntón en las
ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros, le envían a Argentina
para poner en su puesto a alguien complaciente y que agrade a la
vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, amiga de Cebrián y disponedora en
El País desde que consiguió que la banca no apretase al moroso diario de Prisa.
A
las tertulias de la mañana de La Sexta, ‘Al rojo vivo’, dirigidas y presentadas
por Antonio García Ferreras, posiblemente le quede poco tiempo, a pesar de que
hace ya meses que los tertulianos que acuden son en su mayoría de derechas, o
en todo caso nada problemáticos para el establishment. Hace meses que decidieron
que Pablo Iglesias no sería invitado a ese programa, y las intervenciones de
militantes de ese partido son cada día más escasas, para, sin duda, complacer
al PP, representado en esas tertulias por el impresentable Francisco Marhuenda,
y una serie de colaboradores que, disfrazados de progresistas, en realidad
representan al liberalismo económico, como el economista Carlos Díez, al que basta
oírle con atención para ver qué intereses defiende. Díez, un mediocre
economista, autor de un librito sobre la crisis, se permitió decir en esa
tertulia que al profesor Vicenç Navarro, uno de los autores del estudio
económico de Podemos, base de su programa económico junto con Juan Torres López,
no le conocía nadie, pese al prestigio internacional del profesor Navarro. A
partir de entonces, fueron muchos idiotas los que repitieron la malintencionada
mentira de Díez, que ni se molestaron en acudir a la Wikipedia, en la que
hubiesen conocido la importancia internacional del economista catalán.
Otro
programa de información política, El Objetivo, dirigido por Ana Pastor, parece
no estar en riesgo. La mujer de Ferreras se ganó la seguridad mediática con su
entrevista a Pablo Iglesias, al que trató como jamás hubiera osado hacerlo con
un político del PP, del PSOE o con el mismísimo Mahmud Ahmadineyad, al que
entrevistó cuando trabajaba para TVE, y al que trató con mucha más cortesía que
la que empleó para entrevistar al líder de Podemos, en la que demostró que
claramente ‘iba a por él’
Sin
estridencias, y sin previo aviso, La Sexta anuncia un programa del cocinero Pedro
Chicote en substitución de los de Jordi Évole. Es muy posible que El Intermedio
del Gran Wyoming sufra parecido destino. El PP está decidido a que todas las
cadenas televisivas sean un calco de la infumable TVE, convertida en un
trasunto de Tele Madrid, Castilla-La Mancha TV o la extinta Canal9, conocida en
el País Valencià como “Canal NO-DO” por su descarada propaganda del PPCV.
El
problema de Cintora no ha sido únicamente el PP, dicen que Paolo Vasile,
mandamás de Mediasset había advertido a Jesús Cintora que no debía ‘involucrarse
en la información’. Además, la cadena propiedad de Berlusconi había recibido
llamadas de atención del Gobierno y del PP porque en Las Mañanas de Cuatro su
director mostraba posturas “cercanas a Podemos”. Y, obviamente, un periodista
debe mostrar descaradamente posturas cercanas al PP y ese profesional tendrá su
puesto de trabajo asegurado, pero si muestra simpatía por Podemos su futuro
será el cese, como ha sucedido hoy con Cintora.
El
cese del director de Las mañanas de Cuatro es una anécdota más de la mordaza
periodística que lleva el PP imponiendo desde que llegó al poder. Un partido
que no es democrático no puede tolerar la libre expresión, ni que los medios
den información positiva de otras formaciones que no sean la suya. Las redes
reaccionan al cese de Cintora escandalizadas, y la gente se echa las manos a la
cabeza, sin saber que esas prácticas llevan años llevándolas a cabo en las
autonomías donde gobiernan.
Lo
hizo Cospedal en Castilla-La Mancha en cuanto ganó las elecciones, y lo lleva
haciendo años en el País Valenciá, no solo en la televisión pública sino en los
periódicos escritos. Esta bloguera es una víctima de esa situación desde 2009. Despedida
y vetada, nunca más pude trabajar. Mas como no salía en televisión, sino que
escribía en un periódico, mi caso no se conoce más allá de lo que puedan contar
los amigos, ni recibí nunca la solidaridad de las redes sociales. Como tampoco
la recibieron José Soto u Oscar Albaladejo Claramunt, periodistas, como otros
varios, represaliados por el ‘régimen’ valenciano, cuya historia, la mía y la
de ellos, no es conocida como la de Cintora, aunque sea exactamente igual.
Del
mismo modo que el Gobierno pone la mordaza a la ciudadanía a través de una ignominiosa
ley de orden público como la aprobada ayer, que vulnera derechos
constitucionales, el Ejecutivo impone la mordaza a los profesionales de la
información que pretendemos cumplir con la obligación de informar porque
únicamente desean pregoneros de sus falsos logros.
Se
acercan las elecciones y el PP impone, con impunidad, la mordaza a los medios
de comunicación, a los periodistas que no babosean con ellos y están en la
tarea de impedírnoslo también a los blogueros. Ya lo están haciendo con
publicaciones digitales, no hay nada más que ver cómo, por ejemplo, eldiario.es
dio hace meses un giro, y pasó a ignorar o criticar acerbamente a Podemos, como
viene haciendo otro digital, este al servicio del PSOE, El Plural.es.
Y
es que para el PP, y el sistema, el enemigo a abatir no es el PSOE, que es la
otra cara del PP para el establishment, que no pondrá en riesgo los privilegios
de los bancos, las grandes empresas, la
secta católica o los millonarios de las Sicav. Tampoco lo es Ciudadanos, que es
la marca blanca del PP. El enemigo es el pueblo, ese pueblo que carga ya con
cerca de trece mil muertes por la crisis, entre suicidios, fallecimientos por
pobreza energética o muertos de hepatitis C por falta de medicación. A esa
gente hay que impedir que llegue la realidad de lo que sucede y que existe un
partido, como Podemos, que puede cambiar un régimen de injusticias y abusos.
Por
eso el PP ha impuesto el cese de Cintora o de Carlos Cué, o de cualquier
periodista, entre los que me encuentro, incómodo para él, que pueda abrir los
ojos a los ciudadanos -que quiere súbditos desinformados-, y explicar cuanto
pasa.
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