A
Raxoi, campeón de los cinismos o los eufemismos, o para ser más precisos, de
las mentiras electorales y las campañas tramposas, le faltó tiempo para
responder al Primer Ministro griego, Alexis Tsipras, que acusó a su gobierno y
al de Portugal de formar un "eje contra Atenas que ha intentado derribar
su Gobierno y hacer fracasar las negociaciones con el Eurogrupo para tratar de reestructurar
la deuda del país”. El presidente del PP, de campaña por Andalucía, respondió
con una frase que no se sabe si mueve a risa o indignación, a perplejidad o
estupor, porque su respuesta a Tsipras, recomendándole lo que él nunca llevó a
cabo puede causar esas reacciones. El Presidente del Gobierno afirmó, en el
transcurso de un mitin: "Buscarse un enemigo fuera es un truco que ya
hemos visto muchas veces a lo largo de la historia pero no resuelve los
problemas, sólo los agrava, y la única forma de resolver los problemas es ser
serio, decir la verdad, no prometer lo que sabes que no puedes cumplir porque
no depende de ti y gobernar".
Esa
afirmación la hacía Raxoi minutos antes de prometer la creación de 575.000 de
puestos de trabajo para alcanzar el nivel de empleo de 2007, una cifra que
considera "perfectamente conseguible" si continúan con sus políticas,
que son, como saben los asalariados y los que buscan un puesto de trabajo, las de
los salarios de pobreza, el trabajo temporal de días o semanas, las jornadas de
14 horas pagadas a 400 euros al mes, siempre sin derechos laborales y con la
impunidad de los patrones. De esos puestos de trabajo que no son sino
esclavitud, dijo Raxoi que creará tres millones de empleos a nivel nacional,
porque "no es ningún objetivo no realizable" volver a los 20 millones
de empleados en el país.
Y
qué decir de su afirmación sobre lo de buscarse enemigos fuera, si el PP es
maestro en esas lides. Basta recordar cómo a comienzos de su legislatura casi
le declara la guerra al Reino Unido por el asunto de Gibraltar para que los
españolitos no prestasen atención a las primeras barbaridades contra ellos que
comenzaba a llevar a cabo. Luego, mencionó ‘la verdad’ algo que el señor (?)
Raxoi no debe saber qué es, dada las declaraciones que viene haciendo en toda
la legislatura respecto a casi todo, pero con preferencia sobre asuntos de
corrupción, desde que no hablaba con Bárcenas, días antes de que apareciesen
los MSM los que le pedía que resistiese y fuese fuerte, a las afirmaciones
sobre la financiación de su partido. Todo en Raxoi es una mendacidad
permanente, aunque tiene el cinismo de hacer recomendaciones al Tsipras que él
nunca aplicó en su política ni en su actitud.
Al
Ejecutivo del PP le sentó muy mal que el Primer Ministro griego dijese: "Nos
encontramos con un eje de poderes, liderado por los Gobiernos de España y
Portugal quienes, por motivos políticos obvios, intentaron llevar al abismo las
negociaciones enteras. Su plan era, y es, desgastarnos, derribar nuestro
Gobierno y llevarlo a una rendición incondicional antes de que nuestro trabajo
comenzara a dar su fruto y antes de que el ejemplo de Grecia afectara a otros
países, principalmente antes de las elecciones en España". La prensa
internacional, menos cobarde, o menos vendida, que la española, reconoció que el
ministro de Economía español, Luis de Guindos, arremetió duramente contra su
homólogo griego, Yanis Varufakis, durante la reunión extraordinaria del
Eurogrupo en la que se acordó prorrogar durante cuatro meses el programa de
asistencia financiera a Grecia. Así lo afirmaba el portal de noticias Bloomberg
Business citando dos fuente de distinta procedencia, que aseguraron que el
ministro español, incluso "alzó la voz" a Varufakis y le dijo que
"tiene que ganarse la confianza de sus homólogos europeos y aprender cómo
se hace política a nivel de Europa". Cómo se hace política a nivel de
Europa quería decir, seguramente, que Varufakis, como el resto del gobierno
heleno, debe hacer como siempre hizo el español: plegarse como cobardes a las
órdenes de la Fhüreresa Merkel y vender el país y la dignidad de sus ciudadanos
los deseos de la banca alemana.
Que
a la derecha nunca le gustaron las críticas ni las verdades que les incomodan
no es una novedad, y que a Raxoi, representante de la derecha más ultramontana
de este país –basta para quien pretenda refutar tal afirmación recordarle las
opiniones que vertía en los años ochenta en el diario El Faro de Vigo-, le
molestan más que a nadie, por lo que hace uso y abuso de la prohibición y
represión, tampoco es novedoso. De modo que su reacción a las palabras de
Tsipras, que no ha dicho nada que no ignoren millones de españoles, y
posiblemente esos medios europeos que pusieron en evidencia los malos modos del
ministro de Economía, fue la de dirigirse formalmente al presidente del Consejo
Europeo, Donald Tusk, y al presidente de la Comisión Europea, Jean Claude
Juncker, para que "condenen las palabras de Alexis Tsipras".
Es
fácil imaginar las carcajadas, o la perplejidad, que habrá causado en los
representantes europeos la pretensión de Raxoi, toda vez que en Europa,
independientemente de su execrable política de defensa del capitalismo salvaje,
aún se respeta la libertad de expresión, ya sea de la prensa, ya sea de los
dirigentes políticos. Así la Comisión Europea respondió a Raxoi "es
difícil hacer comentarios sobre los comentarios de otros, sobre todo porque la
Comisión quiere actuar como mediador y facilitador de acuerdos", y
añadieron que "no estamos sordos ni ciegos, y escuchamos a todo el mundo.
Y sabemos que hay voces constructivas y voces menos constructivas. Pero no
vamos a comentar". Respuesta ejemplo de diplomacia, o de verdadero maquiavelismo,
porque con esa respuesta no están dando la razón a Raxoi ni se la quitan, ni
deja de ser, o no, un tirón de orejas al comportamiento de su ministro de Economía.
En
cualquier caso resulta muy evidente que Raxoi pretende que otros hagan o digan
lo contrario de lo que en él, más que hábito, es su arraigada costumbre de
pretender engañar a los ciudadanos.
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