Las encuestas de intención de voto colocan al PSOE
de Pedro Sánchez ante disyuntivas que tendrá que estudiar muy bien para no
hundir su futuro. Sigue dando la impresión de que sus dirigentes caminan por un
lado y sus militantes por otro, por mucho que su Secretario General no se canse
de proclamar un cambio de políticas muy distintas a las que llevó a cabo
durante la última etapa del Gobierno de Zapatero, y durante los años de
oposición de Rubalcaba.
Fuentes bien informadas aseguran que entre los
diputados socialistas en el Congreso bulle la necesidad de cambiar el artículo
135 de la Constitución, aquel que con agosticidad y alevosía cambiaron Zapatero
y Raxoi en 48 horas, sin contar no solo con la ciudadanía, sino ignorando el
parecer de sus bases. La reforma constitucional –de una carta magna que durante
treinta y tres años no registró excepto cambios meramente burocráticos- colocó
a los españoles a los pies de los caballos al aceptar las presiones de Ángela
Merkel para anteponer, por ley, los intereses de los bancos alemanes a las
necesidades del pueblo. El PSOE pagó esa decisión, que dijo tomar para librar a
España del rescate, con la pérdida de casi cinco millones de votos. Ahora
parece que en el Grupo Parlamentario crecen las ideas para tocar de nuevo el
artículo 135, posibilidad que dice no descartar el propio Secretario General,
aunque con la boca pequeña, e incluso condicionando esa medida a una reforma
constitucional de mayor calado.
Mucho ha de cambiar el PSOE para rectificar
decisiones políticas muy contrarias a los intereses del pueblo que señalan a
los políticos socialistas como conniventes con los capitalistas. La vinculación
de algunos de ellos en asuntos tan escandalosos como el de las tarjetas
fantasma de Caja Madrid, es tan solo un paradigma de la cercanía del partido
socialista a un capitalismo desaforado y ladrón.
Mas no es la única evidencia del contubernio que
el PSOE mantuvo con el capitalismo. Por ejemplo, en el asunto del proyecto
CASTOR, impulsado por el empresario
Florentino Pérez, fueron ministros socialistas los que aprobaron encantados tal
dislate medioambiental, que va a costar a los ciudadanos a la postre
1.350.729.000 euros, porque Miguel Sebastián, Cristina Narbona, José Montilla,
Elena Espinosa y Carmen Chacón avalaron un proyecto que había bendecido el
ministro de Industria del PP con Aznar, José Piqué. Entre las muchas decisiones
que hicieron perder infinidad de votos al PSOE hay que mencionar su política de
vivienda, en la que agilizó los procesos de desahucios y se negó a aprobar la
dación en pago, legislando de acuerdo con los intereses de los bancos y dando
la espalda a las de los ciudadanos.
Aunque en el presente, más que las muchas
equivocaciones que cometió, al gobernar de acuerdo a los intereses de los
financieros y la oligarquía, hay un asunto que puede marcar el futuro del PSOE
y acabar hundiéndolo, o incluso propiciando su desaparición, si cae en el error
de negarse a pactos con la izquierda.
El líder de Podemos manifestaba en El Mundo “el
PSOE tendrá que elegir entre hacer Presidente a Mariano Raxoi o a mí”. Y es que
el cambio de mapa político ya no es el del bipartidismo que permitió una
alternancia de poder al estilo de la restauración borbónica del siglo XIX y
principios del XX. Podemos ha irrumpido en el panorama político para quedarse e
IU sigue creciendo. Al escrutar las últimas encuestas sobre intención de voto,
la de Metroscopia y La Sexta, se ve que el PSOE tendrá que optar por
coaliciones si quiere gobernar.
La que publicaba el domingo El País daba como
ganador de las futuras elecciones generales al PSOE, aunque con un exiguo 20%,
que le obligaría a pactar o bien con el PP –que según esa consulta obtendría el
15.9 de los votos, o con Podemos que superaría el 14.3%-. El sondeo de La Sexta
muestra ítems diferentes, pero siempre evidenciando la quiebra del
bipartidismo, porque aunque contempla que sería el PP el más votado con 28% de
intención de voto, seguido por el PSOE con el 21, da el mismo mapa de ruptura
del bipartidismo, colocando a Podemos como tercera fuerza política con el 18%,
seguido de IU, que igualmente aumenta en intención de voto.
El panorama que muestran los sondeos señala que el
pacto a derecha o izquierda será imprescindible para gobernar. Hasta el momento
Sánchez parece mostrarse más crítico con la fuerza liderada por Pablo Iglesias
al que tilda de populismo y acusa de querer implantar en este país un sistema
similar al de la denostada Venezuela. Incluso el presidente del Grupo
Parlamentario socialista, Antonio Hernando, criticó a Pablo Iglesias por su
viaje a países sudamericanos afirmando que a quien debería ir a ver sería a
Merkel, Renzi u Hollande. Tres líderes europeos que practican las políticas de
bienestarcio que están hundiendo los derechos de los europeos.
Atendiendo a los sondeos, si el PSOE pactase con
el PP para gobernar lo haría con un porcentaje mucho menor que si lo hiciese
con Podemos o IU, porque si firmase un pacto con el partido de Raxoi no
alcanzarían el cincuenta por ciento de la representatividad que, al hacerlo con
la izquierda sí superaría, con creces a la mitad de un electorado que,
claramente, se inclina por políticas contrarias a las que viene aplicando el PP
desde que gobierna.
Las consecuencias que podría tener un pacto con el
PP no serían únicamente de pérdida de votos en un futuro. Un pacto con la
derecha plantearía, sin duda, la rebelión de las bases, y posiblemente un
estallido social.
No es fácilmente asumible la enemiga del PSOE
contra Podemos y su dirigente Pablo Iglesias, que el pasado sábado, en una
extensa entrevista en La
El actual PSOE tendrá que
aclararse a sí mismo y a los electores en qué lugar del espectro político se
sitúa en el futuro. Le va en ello su supervivencia como partido. Porque la
ciudadanía no está dispuesta a dejarse engañar de nuevo, ni a seguir sufriendo
unas políticas que solo benefician a los poderosos.
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