Si las televisiones, la prensa o las empresas que
hacen encuestas sacasen a la calle sus cámaras grabadoras o sondeos y
preguntasen a los ciudadanos ¿sabe los riesgos para la libertad, los derechos
de los trabajadores y lo público supondrá la firma del TTIP? la mayoría, con
extrañeza, preguntaría: “¿qué es eso?” Porque ‘eso’, el Acuerdo Transatlántico
para el Comercio y la Inversión, que negocian en la actualidad EEUU y la UE,
pretende acabar con todas las libertades sindicales y laborales de los trabajadores
europeos, con los servicios público, el control de calidad alimentario y la
protección del medio ambiente. Todo para satisfacer la codicia de los sectores
más codiciosos y reaccionarios del ultraliberalismo neocon mundial.
La firma de ese tratado, del que ni el Gobierno ni
los grupos de supuesta oposición hablan –PP, PSOE, UPyD y CiU firmaron el 6 de
mayo pasado a favor del TTIP- supondrá la pérdida de la soberanía nacional,
dado que cualquier multinacional podrá impedir que cualesquiera medidas
legislativas acordadas en un parlamento de la UE, que consideren lesionan sus
intereses, sean aprobadas, o puedan obligar a derogarlas.
El sistema para que se apruebe el TTIP consistirá
en que, una vez concluidas las negociaciones por las delegaciones en el ámbito
europeo, la Comisión lo presentará al Consejo de la Unión, -que deberá aprobarlo
por mayoría cualificada, el 55% de los Estados que representen al 65% de la población-,
y tras el visto bueno del Parlamento europeo, asegurado ya en razón a la
ideología neocon de la mayoría de la representación en el organismo supranacional,
tendrá que ratificarse por los Parlamentos nacionales en la totalidad del
proyecto y, por tanto, no cabrán enmiendas de los Estados.
Y es que, por mucho que la casta política diga que
la firma del TTIP puede suponer grandes beneficios y la creación de millones de
puestos de trabajo en el ámbito europeo, la realidad es que supondrá, de facto,
un cambio constitucional desde un punto de vista de la “Constitución económica”
y la eventual imposibilidad de aplicar políticas distintas a los enunciados
neoliberales que laten en el TTIP.
Los problemas que causará ese tratado a la
ciudadanía europea son los relacionados con los derechos laborales, porque
serán la pérdida de los mismos, teniendo en cuenta que EEUU sólo ha suscrito 2
de los 8 Convenios fundamentales de la OIT. Además, llevará a la limitación de
los derechos de representación colectiva de los trabajadores, al olvido del
principio de precaución en materia de estándares técnicos y de normalización
industrial, la privatización de servicios públicos, por el establecimiento de
una lista reducida de aquellos que no se pueden privatizar, la legalización e
imposición del fracking –el sistema para extraer gas que causó incontables
terremotos en la costa de Castellón- o la derogación de los controles de
calidad alimentaria. Y naturalmente, como ha sucedido con los países firmantes
de un tratado similar, el NAFTA –firmado entre EEUU y México y que supuso una brutal
bajada salarial en ese país- una brutal rebaja
salarial. En suma, dejará el poder legislativo y judicial en manos de las
multinacionales, convirtiendo a los Estados en meros títeres de las
multinacionales.
Ante tal involución de derechos ciudadanos ya son
muchos en las redes sociales y la prensa alternativa los que, además de
informar de los riesgos que supone el TTIP, exigen que la ciudadanía se
pronuncie. Cosa que los políticos de lo que se ha dado en llamar ‘la casta’
rechazan horrorizados, porque saben que nadie estará de acuerdo con la firma de
tal tratado al que se han sometido los políticos de la UE y de los países
miembros, todos al servicio de las multinacionales y los especuladores
financieros. Resulta curioso que, en nuestro país, un grupo como CiU, que
reivindica vehementemente el derecho a decidir de los catalanes respecto a su
soberanía, esté de acuerdo en hurtarle a los ciudadanos el derecho a decidir
sobre ese tratado.
Dada la magnitud del desastre para los derechos
ciudadanos y la soberanía nacional que supondrá la firma de un tratado
elaborado por el capitalismo más codicioso y salvaje, ese que está ganando la
lucha de clases según Warren Buffett, los promotores de tal abuso, dueños de
las empresas de comunicación, las que dirigen y dicen de qué se puede o no
informar, han hecho que sobre el TTIP haya caído un espeso velo de silencio.
¿Cómo va a informar de la firma de tal barbaridad un periódico, por ejemplo,
como El País?, que está en manos de empresas financieras norteamericanas tan
significativas como Liberty Acquisitions, participada por Goldman Sachs, Soros
Fund, Deustche Bank, Morgan Stanley, Bank of América y Credit Suisse, entre lo
más granado del capitalismo especulador de los mercados. También tienen
acciones de Prisa el multimillonario Carlos Slim, el Grupo Santander, La Caixa
y Telefónica, junto con otras financieras de menor importancia. Un elenco de lo
más escogido entre los defensores del ultracapitalismo neocon, presente del
mismo modo, en los Consejos de administración de todos los medios de papel y
cadenas televisivas.
Y si para el capitalismo salvaje de la oligarquía
mundial que los ciudadanos tengan noticia de lo que supondrá la firma del TTIP
resulta un riesgo, no lo es menor para los partidos políticos españoles que lo
apoyan. Porque, si informasen de las consecuencias de la firma de ese
draconiano tratado, y del apoyo por parte de los partidos políticos podría
causarles graves problemas con su electorado. ¿Qué explicación podría dar Pedro
Sánchez, del PSOE, a sus afiliados y votantes, del apoyo del grupo parlamentario
socialista a semejante tratado?, o los de UPyD o CiU; porque está claro que a
los del PP aunque ese partido aprobara el exterminio de los ciudadanos, sus
fieles lo seguirían apoyando.
De manera que, los partidos políticos y los
medios, rehenes del salvaje capitalismo neocon, han decidido mantener a la
ciudadanía en la ignorancia. Aunque, no sabemos por cuánto tiempo, aún tenemos
las redes sociales, los medios digitales y los blogs para informar a los
ciudadanos que acceden a estos medios. Al resto, a quienes no tienen capacidad
o conocimientos para enterarse de tal complot tramado por ese 1% dispuesto a
devorar al otro 99%, solo queda informarles con el viejo sistema del boca a
boca. Pongámonos a ello…
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