domingo, 26 de octubre de 2014

Lo que los políticos y la prensa a su servicio no quieren que sepamos del TTIP.



Si las televisiones, la prensa o las empresas que hacen encuestas sacasen a la calle sus cámaras grabadoras o sondeos y preguntasen a los ciudadanos ¿sabe los riesgos para la libertad, los derechos de los trabajadores y lo público supondrá la firma del TTIP? la mayoría, con extrañeza, preguntaría: “¿qué es eso?” Porque ‘eso’, el Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión, que negocian en la actualidad EEUU y la UE, pretende acabar con todas las libertades sindicales y laborales de los trabajadores europeos, con los servicios público, el control de calidad alimentario y la protección del medio ambiente. Todo para satisfacer la codicia de los sectores más codiciosos y reaccionarios del ultraliberalismo neocon mundial. 

La firma de ese tratado, del que ni el Gobierno ni los grupos de supuesta oposición hablan –PP, PSOE, UPyD y CiU firmaron el 6 de mayo pasado a favor del TTIP- supondrá la pérdida de la soberanía nacional, dado que cualquier multinacional podrá impedir que cualesquiera medidas legislativas acordadas en un parlamento de la UE, que consideren lesionan sus intereses, sean aprobadas, o puedan obligar a derogarlas. 

El sistema para que se apruebe el TTIP consistirá en que, una vez concluidas las negociaciones por las delegaciones en el ámbito europeo, la Comisión lo presentará al Consejo de la Unión, -que deberá aprobarlo por mayoría cualificada, el 55% de los Estados que representen al 65% de la población-, y tras el visto bueno del Parlamento europeo, asegurado ya en razón a la ideología neocon de la mayoría de la representación en el organismo supranacional, tendrá que ratificarse por los Parlamentos nacionales en la totalidad del proyecto y, por tanto, no cabrán enmiendas de los Estados.
Y es que, por mucho que la casta política diga que la firma del TTIP puede suponer grandes beneficios y la creación de millones de puestos de trabajo en el ámbito europeo, la realidad es que supondrá, de facto, un cambio constitucional desde un punto de vista de la “Constitución económica” y la eventual imposibilidad de aplicar políticas distintas a los enunciados neoliberales que laten en el TTIP.

Los problemas que causará ese tratado a la ciudadanía europea son los relacionados con los derechos laborales, porque serán la pérdida de los mismos, teniendo en cuenta que EEUU sólo ha suscrito 2 de los 8 Convenios fundamentales de la OIT. Además, llevará a la limitación de los derechos de representación colectiva de los trabajadores, al olvido del principio de precaución en materia de estándares técnicos y de normalización industrial, la privatización de servicios públicos, por el establecimiento de una lista reducida de aquellos que no se pueden privatizar, la legalización e imposición del fracking –el sistema para extraer gas que causó incontables terremotos en la costa de Castellón- o la derogación de los controles de calidad alimentaria. Y naturalmente, como ha sucedido con los países firmantes de un tratado similar, el NAFTA –firmado entre EEUU y México y que supuso una brutal bajada salarial en ese país-  una brutal rebaja salarial. En suma, dejará el poder legislativo y judicial en manos de las multinacionales, convirtiendo a los Estados en meros títeres de las multinacionales. 

Ante tal involución de derechos ciudadanos ya son muchos en las redes sociales y la prensa alternativa los que, además de informar de los riesgos que supone el TTIP, exigen que la ciudadanía se pronuncie. Cosa que los políticos de lo que se ha dado en llamar ‘la casta’ rechazan horrorizados, porque saben que nadie estará de acuerdo con la firma de tal tratado al que se han sometido los políticos de la UE y de los países miembros, todos al servicio de las multinacionales y los especuladores financieros. Resulta curioso que, en nuestro país, un grupo como CiU, que reivindica vehementemente el derecho a decidir de los catalanes respecto a su soberanía, esté de acuerdo en hurtarle a los ciudadanos el derecho a decidir sobre ese tratado.  

Dada la magnitud del desastre para los derechos ciudadanos y la soberanía nacional que supondrá la firma de un tratado elaborado por el capitalismo más codicioso y salvaje, ese que está ganando la lucha de clases según Warren Buffett, los promotores de tal abuso, dueños de las empresas de comunicación, las que dirigen y dicen de qué se puede o no informar, han hecho que sobre el TTIP haya caído un espeso velo de silencio. ¿Cómo va a informar de la firma de tal barbaridad un periódico, por ejemplo, como El País?, que está en manos de empresas financieras norteamericanas tan significativas como Liberty Acquisitions, participada por Goldman Sachs, Soros Fund, Deustche Bank, Morgan Stanley, Bank of América y Credit Suisse, entre lo más granado del capitalismo especulador de los mercados. También tienen acciones de Prisa el multimillonario Carlos Slim, el Grupo Santander, La Caixa y Telefónica, junto con otras financieras de menor importancia. Un elenco de lo más escogido entre los defensores del ultracapitalismo neocon, presente del mismo modo, en los Consejos de administración de todos los medios de papel y cadenas televisivas.

Y si para el capitalismo salvaje de la oligarquía mundial que los ciudadanos tengan noticia de lo que supondrá la firma del TTIP resulta un riesgo, no lo es menor para los partidos políticos españoles que lo apoyan. Porque, si informasen de las consecuencias de la firma de ese draconiano tratado, y del apoyo por parte de los partidos políticos podría causarles graves problemas con su electorado. ¿Qué explicación podría dar Pedro Sánchez, del PSOE, a sus afiliados y votantes, del apoyo del grupo parlamentario socialista a semejante tratado?, o los de UPyD o CiU; porque está claro que a los del PP aunque ese partido aprobara el exterminio de los ciudadanos, sus fieles lo seguirían apoyando. 
 
De manera que, los partidos políticos y los medios, rehenes del salvaje capitalismo neocon, han decidido mantener a la ciudadanía en la ignorancia. Aunque, no sabemos por cuánto tiempo, aún tenemos las redes sociales, los medios digitales y los blogs para informar a los ciudadanos que acceden a estos medios. Al resto, a quienes no tienen capacidad o conocimientos para enterarse de tal complot tramado por ese 1% dispuesto a devorar al otro 99%, solo queda informarles con el viejo sistema del boca a boca. Pongámonos a ello…

No hay comentarios:

Publicar un comentario