lunes, 20 de octubre de 2014

El País, la caverna y ‘la casta’: El miedo a Podemos.



La celebración de la asamblea de Podemos puso de manifiesto el miedo que el sistema tiene a Podemos, sin que existan muchas diferencias entre lo que pueda decir el PP o el PSOE y la prensa a su servicio, desde El País, que cada día se parece más a la prensa cavernaria, a los paradigmas digitales de la reacción como Libertad Digital. Al fin y al cabo, todo forma parte del mismo sistema perverso,  un núcleo de poder organizado desde hace treinta y cuatro años para disponer del dinero de todos, apoyar a la oligarquía financiera y empresarial, formar parte de unas elites dominantes, escudadas en falsas necesidades y responsabilidades que, dicen, se ven obligados a cumplir, en contra de los intereses del pueblo, por ‘el bien de España’. Aunque la realidad sea que todo cuanto hicieron, y hacen, estuvo y está orientado a su propio beneficio. 

La descalificación de gruesos brochazos, de mendacidades y estupideces, comunes a PP y PSOE, por mucho que este último aburra asegurando que no es lo mismo que el primero, aunque digan las mismas cosas y mantengan los mismos comportamientos. La pasada semana los viejos dinosaurios del PSOE –con Felipe González y Guerra a la cabeza- se reunieron para conmemorar el 40º aniversario del Congreso de Suresnes, aquel en el que los supuestos socialistas del interior se hicieron con el poder para desubstanciar al socialismo de su ideología y ponerse al servicio del capitalismo europeo a cambio de unos millones de marcos, y la promesa de formar parte de las elites dirigentes del nuevo régimen que no era otra cosa que lo mismo con distintos ropajes; ‘que todo cambiara para que todo siguiera igual’ siguiendo la máxima lampedusiana. 

En esa especie de aquelarre de dinosaurios, encantados de haberse conocido, los dos santones del socialismo de la transición dedicaron más tiempo en criticar a Podemos, en descalificarlo con las manidas acusaciones de ‘populismo’ y ‘bolivariano’ que repiten como un mantra para intentar asustar al pueblo y seguir manteniéndose en las cúspides del poder, que a hablar de su partido y de los proyectos que este pueda ofrecer. 

Los que vivimos la transición y recordamos aquellos “¡que viene el lobo!”, que dedicaba la derecha más reaccionaria a los socialistas, sentimos como si estuviésemos ante un flashback esperpéntico. Lo que ayer era ‘si gobiernan los socialistas os quitarán el coche y la casa’, se convierte en ‘Podemos os quitará las viviendas –aunque en esta triste pseudemocracia quienes quitan las casas son los bancos con la anuencia de los políticos-, y repiten, como entonces, que unos y otro destruirían la democracia, el prestigio internacional de España, la economía y los valores patrios. Si entonces vaticinaban que votar a los socialistas era arrojarse en brazos de Moscú, ahora hacerlo a Podemos supondría convertir a este país en un epígono de Venezuela. Lo curioso es que esos vaticinios catastrofistas los repiten los integrantes del PSOE, que, en los treinta y cuatro años de pseudodemocracia, ha pasado de ser un partido que le daba miedo a la derecha, a un aliado que comparte con ella sus teorías. 

“Podemos se marca sus objetivos: del impago de la deuda a legalizar la 'okupación'”, titulaba Libertad Digital, faltando a la verdad, al igual que todo el establisment, porque lo que viene diciendo Podemos desde el principio es que hay que hacer una auditoría de la deuda para saber qué parte de ella no es legítima al corresponder a gastos que no son del Estado. 

El País, al que se puede situar desde que Antonio Caño llegó a la dirección del diario de Prisa como un panfleto más de la caverna, se despachaba el sábado con un editorial en el que se podían leer afirmaciones como esta: “a juzgar por los mensajes de sus figuras públicas, actualizados este fin de semana, resulta muy oscura la forma en que este partido se propone convertirse en “mayoría” y alcanzar “la centralidad del tablero político”. Está claro que trata de salir del eje tradicional derecha/izquierda, pero no deja de dar motivos para pensar que se trata de populismo, entendido como la estrategia política que enfrenta al pueblo con las instituciones, aunque estas sean democráticas.”

Y seguía:Frente a la contundencia con que su principal portavoz, Pablo Iglesias, reclama el objetivo de la victoria electoral “para echar” al Gobierno del PP y derrotar al PSOE, los procedimientos para lograrlo están envueltos en la confusión. Frases como “el cielo no se toma por consenso, sino por asalto” pueden interpretarse de muchas maneras, desde una simple ocurrencia del repertorio marxista hasta la insinuación de estar dispuesto a operaciones que no tienen que ver con el respeto a los principios democráticos y al juego limpio en las urnas. No es responsable lanzar un ataque generalizado al sistema institucional de este país sin explicar cuál es su modelo alternativo, cuál es su visión concreta de la crisis y cuál es la manera realista de salir de ella”.

Medios que se reputan de progresistas, muy próximos al PSOE, como Elplural.com. dirigido por el exdirector de informativos de TVE con Felipe González, Enric Sopena, se despachan a diario contra Podemos, haciendo casus belli de asuntos tan pueriles como si en el recinto  de Vista Alegre, donde históricamente se celebraban los mítines del PSOE, los de Podemos llenaron o no el aforo. El propio Sopena escribe –con su habitual penosa factura- en  un artículo de opinión: “En un ambiente festivo, y con la cuidada estética que le caracteriza -coleta recogida, pantalones vaqueros y camisa blanca arremangada-, Pablo Iglesias ha tomado la palabra por poco más de veinte minutos. Y lo ha hecho para recordar a sus compañeros que “el cielo no se toma por consenso, sino por asalto”. La utilización de esta expresión, que acuñaron los comunistas del romanticismo y utilizó Karl Marx para describir las aspiraciones de la Comuna, podría inducir a error”. ¡Horror! El malvado Iglesias citó a Marx ¡anatema, anatema! 

Toda la sarta de descalificaciones, burlas, insidias y falacias que la prensa y los partidos de la casta arrojan contra Podemos no es sino, y como bien se dijo en el Palacio de Vista Alegre, el miedo de un sistema creado para hacer sobrevivir el franquismo y la secta católica por una elite cuyo único propósito fue siempre el de vivir de la política y a costa del pueblo y que tiene pánico a que la ciudadanía le arrebate un poder que no merece pues es espurio e interesado.

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