Julio Cortázar fue autor de uno de los cuentos más
bellos escritos en la historia de la literatura: Todos los fuegos el fuego. Parafraseando el título de la narración
del escritor argentino -que viola el tiempo y el espacio en ella, como ya
hiciera en Rayuela-, al pensar en los escándalos de corrupción que sufrimos en
este paciente país se puede afirmar que todos los escándalos son el mismo
escándalo.
El desenfreno de un casta de malhechores,
cobijados bajo el paraguas de la política, protagonizando el asalto a lo
público durante treinta y cuatro años, es el mismo escándalo, llámense tarjetas
black de Caja Madrid, caso Gürtel, Bárcenas, Brugal, Pokemon, Ere’s…así hasta
cerca de dos mil casos judicializados, y los que aún no se conocen, o se
conocen pero no han caído en manos de los jueces.
En abril de este mismo año el Huffington Pots
publicaba una información en la que cuantificaba en 1.700 lo casos de
corrupción abiertos en juzgados de toda España y en tribunales superiores. Y
señalaba que, hasta el momento, solo veinte personajes pisaron la cárcel o
permanecen en ella. En esas fechas aún no había estallado el escándalo de las
tarjetas black de Caja Madrid, por el que están imputados Rodrigo Rato, Miguel
Blesa y Leopoldo Sánchez Barcoj. Al resto de piratas que dispusieron de dinero
público de forma intolerable, reprobable y sin ética, ni siquiera considera el
juez Andreu que haya que imputarlos.
La última sinvergonzonería descubierta sobre las
tarjetas black es que aunque había 86 titulares, existían 214 duplicados. Que
eran usados por los chóferes de los expoliadores de lo público, pero también
por sus mujeres, sus hijos, sus amantes y el vecino del tercero si se terciaba.
Era la impunidad y la desfachatez con la que obraban los protagonistas de una
historia de latrocinio que se perpetuó a lo largo de años. Esos mismos
beneficiarios de las tarjetas, recibieron créditos por valor de 64 millones de
euros, concedidos por la entidad sin atenerse a los controles y exigencias que
se imponen a los usuarios de a pie.
En el tiempo en el que se producía el saqueo de la
entidad, paralelamente, se desahuciaba a cientos de miles de personas,
estafadas con sus hipotecas, y algunas de las cuales se quitaron la vida ante
la desesperación de, no solo perder su casa, sino quedar prisioneros para el
resto de sus vidas de una banca vampírica que, no conforme con arrebatar las
viviendas, exigía el pago total de la hipoteca, los señalaba como morosos, haciendo
imposible hasta que pudieran, en el futuro, contratar luz o teléfonos o
comprarse un electrodoméstico imprescindible a plazos.
En el Congreso de los Diputados, los Gobiernos de
PSOE y PP se negaban, y aún se niegan, a legislar sobre la dación en pago pretextando
que de ese modo los bancos entrarían en quiebra. Prisioneros de sus propias
felonías, del latrocinio llevado a cabo por los integrantes de los partidos en
esos mismos bancos, los supuestos representantes del pueblo, mantienen una
obcecada e inmoral servidumbre al poder financiero. Son sus rehenes y
protectores a un tiempo, servidores y
clientes, los consentidores y cómplices de un monumental caso de corrupción que
engloba en uno todos los casos existentes. Todo es lo mismo, la putrefacción de
una clase dirigente ladrona y sin ética que, con la tolerancia de jueces que
son nombrados por esos políticos sin decencia, los dejan en la impunidad para
que sigan perpetrando, desde su asociación de malhechores, el saqueo de los
bienes públicos y aún privados, como se está viendo con las preferentes.
No es que haya casos de corrupción, es que el
sistema es corrupto en su totalidad, desde su nacimiento, desde que comenzó
aquella falsa transición en la que se pusieron de acuerdo unas elites con poder
para mantener un sistema que les permitiría repartirse el poder por turnos,
para, por turnos, robar y perdonarse si los pillan.
Si la ciudadanía, el pueblo, quiere acabar con la
caquexia de un régimen ladrón tendrá que desalojarlos del poder a todos ellos,
hacer una limpieza con autoclave en todas las instituciones, porque todas,
desde la monarquía al ejército, desde el poder financiero a los sindicatos
mayoritarios, todo está afectado por una enfermedad de podredumbre. No es que
haya casos de corrupción, es que el régimen está corrupto. Todos los el mismo
caso.
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