Catalunya no
es Escocia ¿o podría serlo? Podría celebrarse un referéndum sin que sucediese
nada más –y nada menos- que los catalanes acudieran libremente a las urnas a
pronunciarse sobre si quieren o no pertenecer a España. El problema no es que
Catalunya se parezca o no a Escocia, el gran drama de los catalanes, y de los
españoles, es que España no es el Reino Unido, ni Raxoi es Cameron. Nadie
proclamó, dolidamente y entre pucheros, durante la campaña por el no en Escocia
la frase ‘quieren romper el Reino Unido’, ni nadie amenazó con todos los males
del infierno a los escoceses si se pronunciaban por el sí.
El Parlament de Catalunya aprobaba hoy, por una
amplia mayoría -101 votos a favor, 28 en contra-, la Ley de Consultas que
permitiría la celebración de un referéndum en el que los ciudadanos se
pronuncien si quieren o no ser españoles, de haber en este país de países seny
y democracia. Mas está horro de ambas cosas.
La visceralidad de los
nacionalistas centralistas no permitirá un referéndum en el que se pronuncien
libremente los catalanes porque, como dicen los ultras fascistas, consideran
que ‘Catalunya es de España’, no solo que pertenezca a un todo común, sino que
es algo parecido a un trofeo, algo conquistado por las armas, que debe ser
propiedad de los conquistadores. Al fin y al cabo, la realidad histórica les da
la razón, Catalunya fue conquistada, y arrasada, por las tropas de Felipe V,
como arrasó todos los Països Catalans, incendiando ciudades como Xátiva porque
se resistía a sus tropas.
Y del mismo modo que el Gobierno filofranquista
del PP se niega a investigar los crímenes de la dictadura por mucho que se lo
ordene la ONU, y no retira monumentos, nombres de calles y estatuas de golpistas
villanos porque aún considera que se les debe el respeto que merecen los ‘vencedores’,
se niega a devolver derechos e independencia a los catalanes. Es el mismo
proceso mental el que les hace tomar una posición y otra, la de quienes, con la
mirada puesta en el pasado, se niegan a que entren los soplos de aire fresco de
la modernidad.
Nadie hizo en el Reino Unido un drama ante la
posibilidad de que Escocia se declarase independiente. Surgió un movimiento
independentista y el Primer Ministro convocó el referéndum en el que ha ganado
el no, aunque igualmente podría haber ganado el sí, sin dramas, sin estridencias
y sin patochadas patrioteras como las que se oyen en este país del Ebro para
abajo cuando se invoca el derecho a decidir de los catalanes y algunos expresan
que tendrían que pronunciarse la totalidad de habitantes de este país de
países, cuando la lógica dice que quienes han de pronunciarse son aquellos que
quieren independizarse.
Con ese criterio bien podría Raxoi convocar un
referéndum en todo este país de países, preguntando a la totalidad de la
ciudadanía si quieren seguir reteniendo a la fuerza y en contra de sus deseos a
catalanes, vascos o galegos, o a los valencianos si quieren construir junto con
Catalunya y les Balears unos Països Catalans o pertenecer a España.
Porque del mismo modo que no debe obligarse a
nadie a pertenecer a una comunidad de vecinos, a un club de cualquier cosa, a
una sociedad comercial o a un partido político ¿con qué razonamientos se quiere
imponer a un pueblo a pertenecer a un determinado país si no se siente
identificado con él?
Aunque la pregunta contenga unas grandes dosis de
ingenuidad, porque Catalunya no Escocia, España no es el Reino Unido, Raxoi no
es Cameron y el fair play, la tolerancia y la templanza no son cualidades que
adornen a los ultramontanos españolitos.
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