martes, 17 de febrero de 2015

El interés de Alemania por mantener a Grecia sometida y endeudada.


                            Protestas en Atenas en 2012 por la visita de Ángela Merkel

El Gobierno alemán y el español, su mamporrero, están muy interesados en boicotear cualquier posibilidad de acuerdo entre el gobierno de Tsipras y la UE. Muchos medios coincidieron ayer en que fue el Ejecutivo de Merkel, o su ministro de economía, Wolfgang Schäuble, quienes estuvieron detrás de la negativa de la UE a negociar un pago de deuda que unos días atrás parecía iba a lograrse.

Hoy mismo el antipático, y bajo sospecha de corrupción desde hace veinte años, Schäuble, soltó una cantinela que a los españoles les suena mucho. El ministro de Finanzas dijo: ‘los griegos vivieron por encima de sus posibilidades y nadie quiere prestarle dinero sin garantías’. El ya viejo mantra de la derecha del ‘vivir por encima de las posibilidades suena mucho en España, donde después de años oyendo ese reproche, se está descubriendo que lo que sucedió es que políticos y banqueros robaron por encima de las posibilidades de las arcas públicas. A los griegos parece sucederles lo mismo con Alemania, porque si en este país nuestros políticos esquilmaron cuanto había con la corrupción, Alemania le debe a Grecia miles de millones; lo que los teutones esquilmaron a los griegos en el pasado.

Y es que si Alemania abonase a Grecia el principal y los intereses del crédito, por una cantidad equivalente a 3.000 millones de euros, que los nazis solicitaron en nombre del Estado Griego en 1944, y aplicando el interés medio de los bonos estadounidenses como punto de referencia, la cantidad que Alemania debería pagar a Grecia sería de 163.800 millones de dólares, según explicaba en pasados días al digital Público, Edmundo Fayanas Escuer, profesor y licenciado en Historia. Aunque hay más porque, además de arrasarla, asesinaron a miles de griegos y dejaron morir de hambre a 300.000. civiles. Grecia nunca fue indemnizada por Alemania que, de hacerlo, tendría que entregar a los helenos 557.000 millones de euros, según el cálculo hecho por el economista francés Jacques Depla, antiguo asesor de Nicolás Sarkozy.

Atendiendo a esas cifras, el Gobierno de Merkel tendría que abonar a Grecia más de 700.000 millones de euros, dinero más que suficiente para liquidar la deuda con la EU y para comprar, si se terciase, todas las empresas griegas que le ocurriese al Gobierno de Tsipras, dado que la deuda con la UE es ‘solo’ de 316.900 millones de euros.

El Gobierno alemán se niega a resarcir esas cantidades argumentando que no fue él quien pidió el crédito en 1944, ni es el responsable del genocidio nazi en Grecia. Aunque, siguiendo ese mismo argumento, Tsipras puede recurrir a similar razonamiento para negarse a pagar la deuda, porque no fue su gobierno, sino los dirigentes del PASOK y Nueva Democracia, quienes adquirieron los compromisos. El presidente griego ya apuntó hace unas semanas la voluntad de reclamar esas deudas nunca resarcidas, y que el Gobierno de Nueva Democracia intentó también cobrar, aunque con una cifra mucho más modesta, la de 162.000 millones de euros, sin tener en cuenta los intereses generados desde la ocupación.

El Gobierno alemán está instigando a la UE a que actúe de forma inflexible contra Grecia, como si aún fueran los ocupantes nazis que esquilmaron al país heleno. Aunque el Ejecutivo de Tsipras, apoyado por el pueblo griego, cuenta con la fuerza moral de la dignidad y la voluntad de no ceder a los chantajes de la UE,  ‘ni con una pistola en la sien’, como declaró el ministro de economía, Yanis Varoufakis.

Alemania tiene, además, razones ocultas para su obcecada cerrazón a negociar salida alguna que no pase por hundir económicamente a Grecia como lo está haciendo desde hace años, con la anuencia y servidumbre de los partidos de derecha griegos: El Gobierno germano, que utilizó a la Troika para imponer a Grecia un duro programa de privatizaciones de empresas públicas, parte de las que se aprestaban a adquirir empresas alemanas, se encontró con el Gobierno de Tsipras está decidido a revisar, entre otros, el acuerdo de 1.200 millones de euros por el que se otorgaba a la operadora aeroportuaria alemana Fraport la gestión de 14 aeropuertos regionales, en uno de los mayores acuerdos de privatización del país desde que comenzó su crisis de deuda en 2009. Fraport, en asociación con la compañía energética griega Copelouzos, acordaron con la agencia de privatización helena en 2014 gestionar los aeropuertos de populares destinos turísticos, como Corfú. Se esperaba que el acuerdo se cerrara con Atenas en octubre de 2015, sin embargo, el gobierno de Tsipras frenó las nacionalizaciones pactadas entre la Troika y la derecha que iban a suponer una enorme sangría del sector público heleno, que calificó como el “crimen” de vender bienes nacionales estratégicos.

El Gobierno alemán lleva años intentando, a través de la UE, de hacerse la dueña de los países del sur de Europa con el pretexto de la crisis, y parecía haberlo logrado, como no lo logró Hitler con sus cañones, a través de la deuda. Aunque la reacción del pueblo griego, eligiendo un Gobierno decidido a plantar cara a un nuevo IV Reich, parece que va a detener sus ansias expansionistas, esta vez a través de empresas y no de fusiles, aunque igualmente letales por sus imposiciones sobre salarios infames y anulación de derechos laborales.

Si el Ejecutivo español secunda inquebrantablemente los deseos de Alemania no es solo por el temor a que los españoles vean en Podemos un calco de la Syriza griega, capaz de impedir los abusos colonialistas de los teutones, es que, como en los años 30 y 40 del pasado siglo, se siente identificado ideológicamente con la prepotencia alemana, aunque, en el fondo, estos observen a los políticos españoles con el mismo desprecio que miraba Hitler a Franco.

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