Protestas en Atenas en 2012 por la visita de Ángela Merkel |
El
Gobierno alemán y el español, su mamporrero, están muy interesados en boicotear
cualquier posibilidad de acuerdo entre el gobierno de Tsipras y la UE. Muchos
medios coincidieron ayer en que fue el Ejecutivo de Merkel, o su ministro de
economía, Wolfgang Schäuble, quienes estuvieron detrás de la negativa de la UE
a negociar un pago de deuda que unos días atrás parecía iba a lograrse.
Hoy
mismo el antipático, y bajo sospecha de corrupción desde hace veinte años,
Schäuble, soltó una cantinela que a los españoles les suena mucho. El ministro
de Finanzas dijo: ‘los griegos vivieron por encima de sus posibilidades y nadie
quiere prestarle dinero sin garantías’. El ya viejo mantra de la derecha del ‘vivir
por encima de las posibilidades suena mucho en España, donde después de años
oyendo ese reproche, se está descubriendo que lo que sucedió es que políticos y
banqueros robaron por encima de las posibilidades de las arcas públicas. A los
griegos parece sucederles lo mismo con Alemania, porque si en este país
nuestros políticos esquilmaron cuanto había con la corrupción, Alemania le debe
a Grecia miles de millones; lo que los teutones esquilmaron a los griegos en el
pasado.
Y
es que si Alemania abonase a Grecia el principal y los intereses del crédito,
por una cantidad equivalente a 3.000 millones de euros, que los nazis solicitaron
en nombre del Estado Griego en 1944, y aplicando el interés medio de los bonos
estadounidenses como punto de referencia, la cantidad que Alemania debería
pagar a Grecia sería de 163.800 millones de dólares, según explicaba en pasados
días al digital Público, Edmundo Fayanas Escuer, profesor y licenciado en
Historia. Aunque hay más porque, además de arrasarla, asesinaron a miles de
griegos y dejaron morir de hambre a 300.000. civiles. Grecia nunca fue
indemnizada por Alemania que, de hacerlo, tendría que entregar a los helenos
557.000 millones de euros, según el cálculo hecho por el economista francés
Jacques Depla, antiguo asesor de Nicolás Sarkozy.
Atendiendo
a esas cifras, el Gobierno de Merkel tendría que abonar a Grecia más de 700.000
millones de euros, dinero más que suficiente para liquidar la deuda con la EU y
para comprar, si se terciase, todas las empresas griegas que le ocurriese al
Gobierno de Tsipras, dado que la deuda con la UE es ‘solo’ de 316.900 millones
de euros.
El
Gobierno alemán se niega a resarcir esas cantidades argumentando que no fue él
quien pidió el crédito en 1944, ni es el responsable del genocidio nazi en
Grecia. Aunque, siguiendo ese mismo argumento, Tsipras puede recurrir a similar
razonamiento para negarse a pagar la deuda, porque no fue su gobierno, sino los
dirigentes del PASOK y Nueva Democracia, quienes adquirieron los compromisos. El
presidente griego ya apuntó hace unas semanas la voluntad de reclamar esas
deudas nunca resarcidas, y que el Gobierno de Nueva Democracia intentó también
cobrar, aunque con una cifra mucho más modesta, la de 162.000 millones de euros,
sin tener en cuenta los intereses generados desde la ocupación.
El
Gobierno alemán está instigando a la UE a que actúe de forma inflexible contra
Grecia, como si aún fueran los ocupantes nazis que esquilmaron al país heleno.
Aunque el Ejecutivo de Tsipras, apoyado por el pueblo griego, cuenta con la
fuerza moral de la dignidad y la voluntad de no ceder a los chantajes de la UE,
‘ni con una pistola en la sien’, como
declaró el ministro de economía, Yanis Varoufakis.
Alemania
tiene, además, razones ocultas para su obcecada cerrazón a negociar salida
alguna que no pase por hundir económicamente a Grecia como lo está haciendo desde
hace años, con la anuencia y servidumbre de los partidos de derecha griegos: El
Gobierno germano, que utilizó a la Troika para imponer a Grecia un duro programa
de privatizaciones de empresas públicas, parte de las que se aprestaban a
adquirir empresas alemanas, se encontró con el Gobierno de Tsipras está
decidido a revisar, entre otros, el acuerdo de 1.200 millones de euros por el
que se otorgaba a la operadora aeroportuaria alemana Fraport la gestión de 14
aeropuertos regionales, en uno de los mayores acuerdos de privatización del
país desde que comenzó su crisis de deuda en 2009. Fraport, en asociación con
la compañía energética griega Copelouzos, acordaron con la agencia de
privatización helena en 2014 gestionar los aeropuertos de populares destinos
turísticos, como Corfú. Se esperaba que el acuerdo se cerrara con Atenas en
octubre de 2015, sin embargo, el gobierno de Tsipras frenó las
nacionalizaciones pactadas entre la Troika y la derecha que iban a suponer una
enorme sangría del sector público heleno, que calificó como el “crimen” de
vender bienes nacionales estratégicos.
El
Gobierno alemán lleva años intentando, a través de la UE, de hacerse la dueña
de los países del sur de Europa con el pretexto de la crisis, y parecía haberlo
logrado, como no lo logró Hitler con sus cañones, a través de la deuda. Aunque
la reacción del pueblo griego, eligiendo un Gobierno decidido a plantar cara a
un nuevo IV Reich, parece que va a detener sus ansias expansionistas, esta vez
a través de empresas y no de fusiles, aunque igualmente letales por sus
imposiciones sobre salarios infames y anulación de derechos laborales.
Si
el Ejecutivo español secunda inquebrantablemente los deseos de Alemania no es
solo por el temor a que los españoles vean en Podemos un calco de la Syriza
griega, capaz de impedir los abusos colonialistas de los teutones, es que, como
en los años 30 y 40 del pasado siglo, se siente identificado ideológicamente
con la prepotencia alemana, aunque, en el fondo, estos observen a los políticos
españoles con el mismo desprecio que miraba Hitler a Franco.
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