miércoles, 4 de febrero de 2015

La encuesta del CIS, la cocina de las encuestas, el ascenso de Podemos y el hundimiento del bipartidismo.


                                                          Manifestación 31E. Foto de Maria Paz


El barómetro del CIS conocido hoy demuestra, además del empuje de Podemos y el hundimiento irremediable del PSOE - que parece encaminarse a ser el PASOK español-, que el bipartidismo se agotó en este país y que ni con el modelo impuesto durante la transición, con la Ley D’Hont, que impide que cada ciudadano sea un voto, logra mantener el modelo de turnos partidarios que pareciera heredado de la época de la Restauración del siglo XIX. A menos de un año de las elecciones, la encuesta del CIS sigue dando ganador al PP… aunque en intención de voto directo esa victoria se la asigne Podemos, un partido con menos de un año de existencia, que tiene la capacidad de devolver la ilusión y la confianza en que las cosas se pueden hacer de distinta forma a como las viene haciendo el PP, y que empieza a ser la hora de la gente normal, frente a muchos años de las imposiciones de la oligarquía financiera e industrial.

La encuesta del CIS –Centro de Investigaciones Sociológicas, dependiente de Presidencia del Gobierno, no hay que olvidarlo-, da como ganador al PP tras la cocina en la que el resultado de las pasadas elecciones cuenta como variable que modifica la intención de voto directo, la opción que los ciudadanos consultados dicen que votarán. Al añadir esa ‘cocina’, el PP aparece, inevitablemente, como el partido ganador. Aunque solo a 3.4 puntos por encima de un partido que no cuenta ni con un año de existencia y al que no se le puede aplicar la intención de voto anterior porque no se presentó a las elecciones. Ni nadie pensaba que pudiese nacer.

El resultado de las pasadas elecciones obedeció al voto de una ciudadanía encabronada con un PSOE que había defraudado las expectativas de sus electores y que, además, cayeron en las falacias de Raxoi. Ese escenario no parece que vaya a repetirse, porque la mayoría de los electores cabreados con el PSOE en la anterior legislatura y que votaron al PP, no le votarán de nuevo al haberse concitado el rechazo de millones de ciudadanos que, cuando lleguen nuevas citas electorales, seguirán sufriendo las consecuencias de la política de recortes e injusticias impuestas por el Gobierno de Raxoi desde que llegó a La Moncloa.  

El gran sobresalto del barómetro del CIS fue para el PSOE de Pedro Sánchez, situado en la consulta en el tercer puesto, detrás de Podemos y que sufre una incontenible sangría de votos, encuesta tras encuesta, y que, previsiblemente la sufrirá en las urnas. El PSOE parece condenado a convertirse en el PASOK español, como Podemos parecería la Syriza griega.

El PSOE lleva años tropezando con el mismo estúpido error, el de creer que si se sitúa en posiciones centristas tendrá más votos que si se inclina hacia la izquierda. Lo único que logra es que quienes están cerca del centro -o más bien de la derecha, dado que en este país el centrismo político no existe-, votan al PP y la izquierda se siente insatisfecha ante las propuestas moderadas del PSOE, que más que moderadas son de derechas. Basta recordar la política en asuntos tan sensibles como los desahucios, que llevó a cabo el PSOE cuando gobernaba: protegió a los bancos frente a los ciudadanos, rechazó la Dación en Pago, y legisló para que los brutales desahucios le resultasen más fáciles a las entidades que robaban y roban con sus cláusulas suelo y otras estafas. Y ese asunto es solo uno de los muchos ejemplos de cómo el PSOE se puso al servicio de la oligarquía y el poder del dinero.

Tras su debacle electoral en las elecciones de 2011, el PSOE no ha hecho sino transitar por el panorama político como pollo sin cabeza, sin saber si inclinarse a la derecha o la izquierda, si apoyar las iniciativas de partidos situados a su izquierda o hacer un suicida seguidismo del PP. Desde que nació Podemos, y con una torpeza y una cerrazón increíbles, emprendió una política de descalificaciones, insidias y enfrentamientos que lo situó parejo al PP, lo que hizo que muchos de sus simpatizantes, y algunos de sus militantes, decidiesen que no tiene arreglo y lo abandonaron definitivamente. Muestra de ello es que, en tanto Podemos aumenta exponencialmente su militancia, el PSOE se ha situado muy por detrás de la nueva formación en número de afiliados.

El PP, que saca pecho a cuenta del resultado cocinado de la encuesta del CIS, no debe estar seguro de su victoria y, consciente de que el adversario no es el PSOE –realmente no lo fue nunca ideológicamente, tan solo ansiaba ocupar su lugar para poderse hacer con todas las prebendas que el poder les ofrecía-, sino Podemos, se ha lanzado a una guerra sin cuartel y bastante sucia en la que emplea tanto la difamación y el miedo, asustando a los electores con toda clase de pronósticos catastrofistas, al vaticinar toda clase de desastres -incluso la desaparición de una democracia que el propio PP está mermando hasta rozar los modos de una república bananera-, o bien utilizando a lo más ultraderechista e impresentable de la sociedad, para que les haga el trabajo sucio.

Así, a la campaña de miedo y difamaciones, en las que el PP intenta enmerdar a Podemos en asuntos de corrupción totalmente falsos, y que llevan a cabo los medios de comunicación al servicio del sistema, hay que sumar las denuncias disparatadas de un tipo ligado a la extrema derecha, como el secretario general del pseudosindicato manos limpias, Miguel Bernat, que ha presentado una querella en el Supremo contra el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en la que le atribuye la comisión de nada menos que diez delitos, entre los que cabe destacar la pertenencia a organización criminal, asociación ilícita y delitos contra los derechos de los trabajadores.  

¿Y quién es Bernat, el abogado imputado por coacción y estafa tras la denuncia interpuesta por el constructor Manuel Núñez? El pájaro, de dudosa moralidad, según esa denuncia y la conversación que trascribía ayer el diario El País*, es letrado del Ayuntamiento de Madrid. Entró en la política de la mano de Blas Piñar y fue secretario general del Frente Nacional de Piñar y fundador de otro partido ultraderechista, Derecha Española. En mayo de 1995, fundó el pseudosindicato Manos Limpias, del que es secretario general. Ese es el acusador primero de  Monedero y hoy mismo de Pablo Iglesias, como autores de delitos de pertenencia a organización criminal, entre otros. Se trata de un tipo sin credibilidad ni autoridad moral, de la que carece para acusar de organización criminal al líder de ningún partido, habiendo sido miembro de la formación –FN-, en la que militaban los autores de asesinatos como el de Yolanda González o los abogados de Atocha.

Aunque al PP, e incluso al desideologizado PSOE, les viene bien lo dislates de ese ultraderechista, como les vienen bien las mentiras que cada día difunden los medios, no solo de la caverna, sino otros como El País o El Mundo, dispuestos a luchar a brazo partido para que se perpetué un bipartidismo que, como se puede ver en la encuesta del CIS, tiene ya firmada su acta de defunción.


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