martes, 10 de febrero de 2015

Las reclamaciones de Tsipras deberíamos hacerlas nuestras. ¿Cuánto nos debe Alemania por los bombardeos de la Legión Cóndor?



En su primer discurso parlamentario el presidente griego, Alexis Tsipras, planteó una espléndida agenda de decisiones solidarias para los griegos en situación más débil, como la de restablecer la energía eléctrica a los miles de ciudadanos que viven en un estado lamentable de pobreza energética, o la extensión del servicio de Sanidad Pública que el gobierno de derechas de Samaras les había hurtado, la prohibición de los desahucios de primera vivienda, entre otras medidas, como una reforma fiscal progresiva o la desaparición de los coches oficiales. A esas decisiones, que muchos españoles aspiran a tener en el futuro, si votan con sentido común, se suma una decisión que muchos griegos llevan años pensado, como expresaba hace meses un griego que respondió por carta a los reproches de un alemán por lo que le costaba a los teutones el rescate griego:  reclamar a la intolerante Alemania más de siete mil millones de euros de reparaciones por los daños de guerra causados por los nazis al país heleno, más el total de los créditos y sus intereses que los ocupantes alemanes pidieron en nombre de Grecia y en su beneficio.

Aparte de la envidia que muchos españoles sentirán, sin duda, por un Gobierno que se respeta a sí mismo y a los ciudadanos, y está decidido a plantar cara a los abusos impuestos por la UE, acuciada por la Fhüreresa Merkel, que es la que impone la austeridad y el bienestarcidio de los países del sur de Europa, España debería plantearse seriamente hacer otro tanto en un futuro. Obvio es que ni PP ni PSOE se plantearían semejantes reivindicaciones, prisioneros como son de ese estúpido convencimiento de que las cosas son como son y no pueden hacerse de otra manera más que la de obedecer los dictados de Alemania., y proteger únicamente los intereses de los poderosos banqueros a los que va muy bien con la abrasiva política económica de la UE dicada por el país teutón.

Mas con un escenario más favorable, con un gobierno de Podemos, este país podría, con pleno derecho, reivindicar que Alemania resarciese a este país por daños de guerra, además de recordarle que en 1953 firmó el tratado de Londres por el que diversos países europeos, entre ellos la empobrecida España, condonaron el 60% de su deuda, que entonces se elevaba a 35.000 millones de marcos. El Gobierno fascista de Franco vendió grandes cantidades de trigo y otros bienes alimentarios –que hurtaba a los españoles- al régimen nazi, así como ingentes toneladas de wolframio, con el que la industria armamentística de Hitler construía material bélico. De ahí que Alemania debiese elevadas sumas de dinero a este país, que por acuerdo de los aliados se le perdonó para que saliese del marasmo de la II Guerra Mundial. A nadie se le ocurrió entonces dejar de morir de hambre a los alemanes por los crímenes del régimen nazi, como ahora pretende la Fhüreresa Merkel que muramos griegos, portugueses, italianos y españoles por las erróneas políticas de endeudamiento de nuestros bancos.

Aunque hay mucho más que Alemania debería resarcir a España: los daños causados por la aviación alemana durante la guerra de 1936-1939, que ese país utilizó como campo de entrenamiento para su aviación. Así la Legión Cóndor, tristemente famosa por el bombardeo de Guernika, dejó caer sus mortíferas bombas por todo el territorio republicano, creando numerosísimas bajas entre militares y civiles, y una enorme devastación allí donde los Junkers 87A ponían su punto de mira.

Se habla poco de las brutalidades sufridas en territorio republicano por las tropas fascistas y sus aliados nazis, porque el régimen fascista de Franco y la vergonzosa transición pergeñada para que todo cambiase para que todo siguiese igual, hicieron caer el manto negro del olvido sobre los crímenes del fascismo y el nazismo durante una guerra que fue consecuencia del golpe fascista del genocida Franco. Pero a poco que se estudie la historia saltan los nombres de Guernica o Belchite como lugares literalmente arrasados por la aviación nazi.

Mas no fueron los únicos, Madrid, Levante o Andalucía sufrieron los terribles bombardeos de los Junkers de la Legión Cóndor –a la que algunos fascistas del PP y la secta católica siguen rindiendo homenajes-. Así el Alt Maestrat, en el País Valencià fue elegido por los nazis como campo de experimentación de bombas de 500 kilos portadas por los Junkers 87A en Ares, Albocàsser, Benassal y Vilar de Canes. Los bombarderos alemanes comprobaron en estas cuatro poblaciones del Maestrat la puntería y eficacia de unas bombas y unos aviones, los Junkers, que serían claves en la posterior Guerra Mundial.

Y no solo el Alt Maestrat se convirtió en un campo experimental del sadismo de los bombarderos nazis, que dejaban caer sus bombas sobre la indefensa población civil. Otras poblaciones más al sur, como Torrevella, sufrieron la crueldad de los pilotos de la Legión Cóndor al regresar a sus bases, para no hacerlo cargados. Esa ciudad sufrió ocho bombardeos de la Legión Cóndor, a pesar de que en ella no había frente alguno y su puerto tan solo albergaba barcos de pesca. El más grave se produjo el 25 de Agosto de 1938, cuando la Legión Cóndor, de regreso de uno de sus raid, bombardeo la ciudad en día de mercado causando innumerables bajas entre la población civil.

Ahora que el gobierno alemán se pone tan estupendo reclamando deudas, porque estas hay que pagarlas sea cual sea la situación del país, bueno es que gobernantes con dignidad les recuerden que ese principio no se tiene que aplicar tan solo sobre quienes deben dinero a Alemania, sino que ésta también debe asumir sus deudas, e indemnizar los daños causados por un régimen que, aunque en la actualidad condena, dañó a otros países. Y del mismo modo que se niega a aceptar que Grecia no asuma las deudas adquiridas por el gobierno de Nueva Democracia porque ahora gobierne Syriza, tendrá que  asumir que ha de indemnizar a quienes sufrieron los bombardeos de la aviación nazi, aunque ahora no gobiernen los nazis.

Aunque, dada la intolerancia de la Fhüreresa Merkel y su ministro de economía, se parecen mucho.  

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