El
PP del País Valencià entregó cuentas falsas al Tribunal de Cuentas para ocultar
la financiación ilegal de las campañas electorales de 2007 y 2008. Y por ese
delito la Fiscalía Anticorrupción pide penas de 8 años de cárcel para Ricardo
Costa –entonces secretario general del PPCV- y Vicente Rambla –vicepresidente del
Consell de Camps- así como 17 años para Álvaro Pérez, el amiguito del alma de
Camps, y 12 para Pablo Crespo, estos dos últimos como presuntos corruptores de
la trama Gürtel.
Cuatro
años fueron necesarias para instruir un caso de corrupción que circulaba de
boca en boca en el País Valencià desde hace lustros, aunque nunca acababa de
substanciarse. Y que se queda cojo para muchos, al ver que el máximo
responsable del PP valenciano en aquellos años, Francisco Camps, el expresidente
al que la policía grabó una conversación con Álvaro Pérez que causó alipori,
cuando el entonces Molt Honorable –que dejó de serlo al conocerse el diálogo-
llamaba al gerente de la trama Gürtel ‘amiguito del alma’. Eran los tiempos en
los que Camps, más que como presidente del Consell, actuaba como un
dictadorzuelo beato y bananero.
Años
en los que el dinero de las arcas valencianas se iba a chorros por el sumidero
de la indecencia y la corrupción entre aves marías, procesiones, fallas y Gran
Premio de Fórmula1. Una época en la que el PP ganaba elecciones por mayorías
absolutísimas, jugando con ventaja porque las financiaba con dinero negro, el
que provenía de empresarios afines, a los que el Consell concedía contratos
públicos a dedo, repartiéndose con los agraciados los beneficios de los
sobrecostes hurtados al pueblo. Décadas en las que empresarios corruptos y
delincuentes, como Ángel Fenoll, presumían de comprar votos para el PP en la
Vega Baja alicantina, el ‘granero de votos del PPCV’, que siempre arrasaba en
unas elecciones que eran una mera trampa, como lo eran los multitudinarios
mítines que retrasmitía triunfalmente una televisión supuestamente pública -la
RTVV, conocida como Canal NO-DO, y cuyos responsables también acabarán
sentándose en el banquillo aunque Fabra la cerrara-. Aquellas campañas
multitudinarias se nutrían no solo de entusiasmados peperos, sino de
inmigrantes –los mismos que el PP persigue y desprecia- a los que, con el
dinero negro de sus ilegalidades, pagaban autobuses, bocadillos y algún
sobrecito que otro para que hiciesen bulto.
Era
mucho lo que se jugaba la cúpula del PP en elecciones en las que dependía de su
triunfo el poder seguir manteniendo el estilo de vida ostentoso, de nuevos
ricos beatos y fascistoides que los caracteriza.
Las
trampas de la falsedad democrática perpetrada por el PPCV que se confirma con
el procesamiento de Costa y Rambla no están únicamente en las manipulaciones
electorales. Durante los casi veinte años que viene gobernando en el País
Valencià son muchos los asuntos que aún
están sin desvelar, pese a la infinidad de escándalos que se han ido
conociendo. Durante lustros todo el mundo sabía que el negocio de las basuras
era tan sucio éticamente como la materia que trataba; tuvo que investigarse el
caso Brugal para que se confirmase. Como se han acreditado judicialmente los
latrocinios perpetrados en la depuradora de València o las trampas en la
concesión de terrenos a Ikea en Alacant.
Aún
quedan asuntos que los valencianos esperan que caigan en manos de un juez, del
mismo modo que cayeron los papeles que demostraban que el conseller Blasco se
enriquecía a costa del dinero que debería haber ido a países subdesarrollados;
como la ominosa cuestión del alquiler de aulas prefabricadas para instalar
colegios, que al final cuestan más que construir centros docentes como es
debido. Eso sin hablar de los ‘beneficios’ que pudieran haber enriquecido al PP
y a sus dirigentes por las obras megalómanas de la época de Camps que, junto
con la locura del Gran Premio de Fórmula1, dejaron exánimes las arcas del País
Valenciá.
La
pregunta que queda en el aire es por qué Camps no está procesado en esa causa,
como debería estarlo también Raxoi, dado que una de las campañas financiada
ilegalmente fue la de las generales de 2008 y algo debiera saber. Como algo tendría
que conocer el actual Presidente del Gobierno de la financiación ilegal en Les
Illes Balears, que también está bajo investigación judicial, por la compra de
la sede del PP en esas islas, inaugurada a golpe de hisopo, mitra y la sonrisa
corrupta de Jaume Matas.
La
crónica de lo acontecido en los últimos 19 años de gobierno del PP en el País
Valencià es la de un latrocinio, una estafa democrática, un constante reírse del
pueblo por parte de los desvergonzados dirigentes populares que camparon a sus
anchas gracias a las mayorías absolutas logradas con trampas y la inanidad de
una oposición que, no se sabe si comprada o torpe, fue incapaz de plantar cara
a los abusos y estafas de un partido político que hizo de las tierras del
Conqueridor su coto privado, el cortijo en el que satisfacer todos sus
caprichos a costa del dinero y la dignidad de los ciudadanos.
El
PP del País Valenciá fue el que dio, gracias a sus trampas electorales, el
impulso y la victoria a un mediocre político sin ética ni decencia, el actual
Presidente del Gobierno, Mariano Raxoi. Es de esperar que la revelación de la
financiación ilegal de esa formación, que mintió al Tribunal de Cuentas, sea
también la impulsora de una realidad que, sin duda, se produjo en todo el
Estado, la consecución de una victoria electoral conseguida con trampas y por
lo tanto ilegal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario