Ante
el bochornoso espectáculo que cada día, por una cosa u otra, ofrecen los
partidos protagonistas de la vida política de nuestro país en los últimos 38
años, es de agradecer que haya surgido un nuevo partido en el que los
españolitos de a pie puedan poner sus esperanzas. Porque los dos partidos
mayoritarios, que durante todos los años de pseudemocracia se turnaron en el
poder, han ido degradándose hasta dar un penoso espectáculo, tan poco
edificante que, de no existir Podemos, acabaría el pueblo tirándose al monte, o
cayendo en manos de cualquier salvapatrias.
Valga
como indicio de la miserabilidad de PP y PSOE lo acontecido hoy, que evidencia
que el Presidente del Gobierno, o es un memo o un miserable, y que el líder de
la oposición es un irresponsable que dirige una jaula de grillos igualmente
insensatos.
Habrá
que respetar la jerarquía y empezar por el caso del Presidente del Gobierno,
Mariano Raxoi Brei, que hoy, una vez más, evidenció su escasa capacidad de empatía
para con los problemas del pueblo, porque a él lo que le interesa es cómo le
van las cosas a los ricos; esos empresarios que financian ilegalmente a su
partido, o a los grandes banqueros que perdonan los créditos solicitados
durante casi cuatro décadas para hacer campañas electorales fastuosas, pagar
autobuses y bocadillos a quienes acudían a sus mítines, e incluso, comprar
algún voto que otro.
Ayer
se conocía que, según el indicador europeo AROPE -que combina la renta con las posibilidades
de consumo y el empleo-, entre los años 2009 y 2013 el índice de Pobreza y Exclusión Social en el Estado Español subió un
2.6%. Lo que supone que un 28.4 de los ciudadanos de este país están en esa
penosa situación, aun contando con un puesto de trabajo, porque el salario
medio bajó, desde la aplicación de la Reforma Laboral, una media de 600 euros. Cerca
de trece millones de ciudadanos se enfrentan a esa situación y el colectivo más afectado es el de jóvenes
entre 16 y 30, con un 33% en riesgo de pobreza y exclusión, seguido de los
niños, con un 31,9 por ciento.
Ese
estudio, público y notorio por el interés que le dieron los medios -excepto
teleraxoi, TVE, obviamente-, parece que no lo conocía el Presidente del
Gobierno, cuando esta misma mañana, en la Sesión de Control, el portavoz de la
Izquierda Plural, Cayo Lara, le recordó el alto índice de pobreza. Raxoi
respondió: “Nos ha pintado un país que yo no conozco. Ha pintado el peor país
del mundo”. Resulta sin duda descorazonador y preocupante que el presidente del
Gobierno no esté al tanto de los problemas de los ciudadanos, de cercas de las diez
mil personas que murieron a causa de la pobreza energética, los cuatro mil
enfermos de hepatitis C que fallecieron porque no se les proporcionó el caro
medicamento Sovaldi, el drama de los más de tres millones de parados que no
reciben prestación o subsidio alguno y los miles de desahuciados que Raxoi dice
que no existen, aunque los lanzamientos aumentaron en los últimos meses hasta
un 6%. Solo cabe pensar que el Presidente es un inmoral al que no importa la
desdicha de los ciudadanos. Porque la otra alternativa, aceptar que realmente
desconoce esa situación, deja su inteligencia en muy mal lugar.
Independientemente
de la ignorancia, o indiferencia, del presidente del Gobierno y del PP, ese
partido está inmerso en un caso de corrupción sobre financiación ilegal, pagos
en negro, mordidas y toda la larga serie de escándalos de corrupción
relacionados con los casos Gürtel y Bárcenas. A la hora de gobernar, el PP
lleva una deriva que hace a este país parecerse cada día más a una república
bananera. Legislador de medidas tan filofascistas como la Ley Mordaza o las
tomadas en el pacto contra el yihadismo que, aprovechando los atentados contra
el periódico satírico francés, Charlie Hebdo, fueron utilizados por el Ejecutivo
para recortar libertades formales, junto con su insensibilidad social, han
hecho del partido mayoritario en el presente un verdadero peligro para la
democracia.
No
es mejor el PSOE, del que si ayer se decía en este blog que había firmado su
acta de defunción al prestarse a rubricar, junto con el PP, ese pacto
antiyihadista que más parece un pacto contra las libertades de los españoles,
hoy dio un espectáculo tan penoso que causa vergüenza ajena. La imagen de
militantes del PSM intentando asaltar la sede de la Ejecutiva Federal por el
cese fulminante, y nada bien explicado, del secretario general de los
socialistas madrileños ha sido un espectáculo nada edificante sobre la seriedad
de un partido, el PSOE, que acaba de fulminar a su candidato a la presidencia
de Comunidad, Tomás Gómez, tocado por los sobrecostes del tranvía de Parla,
localidad de la que fue alcalde, la implicación de su mano derecha en la operación
Punica y la rebelión de concejales en el Ayuntamiento de Aranjuez, que no supo
controlar.
No
son nuevos los enfrentamientos entre la Ejecutiva Federal y el PSOE de Madrid.
Se puede ilustrar con una anécdota del pasado que ejemplifica bien el tipo de
relación que siempre hubo entre los que mandaban en el partido y los que lo
hacían en Madrid. Corría el año 1979 y se estaba celebrando un congresillo para
elegir a los delegados al Congreso Extraordinario, convocado tras la estampida
de Felipe González al no haber aceptado la militancia su propuesta de renunciar
al marxismo. Independientemente de que
en aquel congresillo Felipe González no consiguiera salir como cabeza de
delegación, los ánimos estaban tan exacerbados entre socialistas de la exejecutiva
y los madrileños que impidieron subir a las oficinas a usar el teléfono al que
más tarde sería ministro con Felipe González y Comisario europeo, Joaquín
Almunia, que se debatía entre la necesidad de estar presente en las votaciones
y hacerlo en el primer parto de su mujer, sobre el que intentaba informarse a
través del teléfono sin que sus compañeros madrileños se lo consintieran. Mas
pese a esos enfrentamientos y dosis de mala baba expresada por las facciones
felipista, o guerrista, y acostistas –José Acosta era hombre de peso de los
socialistas madrileños- la sangre no llegó al rio, o mejor dicho, a los medios,
poniendo de manifiesto el carajal interno del PSOE.
Lo
sucedido hoy tiene todos los visos de una pataleta del Secretario General del
PSOE, el frívolo e inconsistente Pedro Sánchez. Cierto es que Tomás Gómez no
tiene atractivo para los electores, según reflejan las encuestas, que está
tocado por presuntos casos de corrupción que no se han substanciado en casos
judiciales. Pero la manera de proceder de Sánchez chirría un tanto de cara a
los ciudadanos que contemplan estupefactos como, a cien días de las elecciones,
el partido mayoritario de la oposición se desmorona en cuestiones internas, con
el partido socialista en Madrid descabezado tras la destitución no solo de
Gómez, sino de toda la Ejecutiva y Comité regionales. Que el Grupo Parlamentario
y varios barones socialistas no conociesen la decisión de Sánchez sino por la
prensa, da la medida de en qué situación se halla el PSOE.
Menos
mal que nos queda Podemos, a pesar de las campañas de desprestigio e infamias
que vierten los representantes de esos dos ‘grandes’ partidos que no se ocupan
de los problemas de los ciudadanos sino de sus propias miserias.
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