viernes, 6 de febrero de 2015

La torpe desunión de la izquierda. O como propiciar el triunfo de un sistema nefasto para la ciudadanía.



“Hasta siete años podrían caerle a cada dirigente de los diferentes partidos de izquierda que se están preparando para concurrir a las próximas elecciones y que, según el juez encargado de la instrucción, podrían estar fingiendo que son imbéciles para beneficiar de esta manera al Partido Popular y otras formaciones conservadoras y de derechas. “Hacerte el imbécil es peor que serlo”, dice en el auto. La sospechosa fragmentación de la izquierda frente a la impecable unión en formación de tortuga con la que marcha todo el espectro de la derecha a través del Partido Popular, flanqueado por el PSOE, es otro de los motivos de esta inesperada imputación. La investigación intentará también descubrir si los bancos y las empresas eléctricas pudieran estar pagando a todos esos imbéciles a través de algún mecanismo ilegal que la policía todavía no ha averiguado y cuyo montante podría ascender a dieciocho euros por cabeza. Por su parte, el líder de los socialistas, Pedro Sánchez, lamenta que la justicia española no considere de izquierdas a su partido y le prive de estar imputado junto con las demás formaciones. “Somos igual de imbéciles o más”, ha declarado Sánchez”

El párrafo anterior aparecía ayer en la página Iniciativa Debate, sin firma y con no poca retranca, para poner en evidencia una dolorosa y peligrosa realidad: que la desunión de la izquierda a quién beneficia es a la oligarquía y a la derecha. Y es que un día antes se había conocido la dimisión de la candidata a presidir la Comunidad de Madrid, Tania Sánchez, por diferencias insalvables con su partido, IU. Hoy, Diego Cañamero, secretario general del SAT –Sindicato Andaluz de Trabajadores- y de la CUP -Candidatura Unitaria de Trabajadores-, anunciaba el abandono de la formación que lidera Cayo Lara para ratificar la participación de los miembros de esa formación en la candidatura de Teresa Rodríguez –Podemos- a la Junta de Andalucía. Al tiempo, el PC, partido fuerte de la coalición, anunciaba igualmente su rompimiento con IU para integrarse en Ganemos. De ese modo IU se rompe en Madrid y Andalucía en el camino hacia las elecciones municipales y autonómicas. Y veremos en cuantos más lugares…

No es un fenómeno nuevo, a lo largo de la historia de esta pseudodemocracia, la izquierda siempre anduvo a la greña, mientras que la derecha, invariablemente, representó una monolítica unión. Bajo la bandera del PP se cobijan desde los más extremistas ultraderechistas a los más modernos neoliberales. Sin embargo, la izquierda, desde que se tienen memoria histórica de su existencia, jamás se presentó sin fisuras ante el electorado, perjudicando, sobre todo, a una ciudadanía que eternamente se vio obligada a atomizar su voto en busca del partido que más se acercase a sus ideas o intereses, en tanto la gente de derechas nunca tuvo ese problema: toda ella sabe que su opción es el PP.

Mas como en los últimos tiempos las cosas están cambiando, ante todo porque el pueblo está cansado del viejo sistema bipartidista con algunas adendas políticas, como IU –que nació para aglutinar una serie de formaciones de izquierdas en torno a la oposición a la entrada de España en la OTAN y se conformó con la participación del Partido Comunista de España, el Partit Socialista Unificat de Catalunya, el Partido de Acción Socialista, Izquierda Republicana, Federación Progresista, el Partido Humanista y el Partido Carlista. A estos partidos se les unirían, para fundar Izquierda Unida, el Partido Comunista de los Pueblos de España y el Colectivo de Unidad de los Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas, y algunos independientes- porque los partidos tradicionales, más que como solución, son vistos como problemas.

En 2014, ante el agotamiento, inoperancia, laxitud y hasta estolidez de los partidos presentes en la vida parlamentaria, distante de los ciudadanos e inservibles para solucionar los muchos problemas de la gente de la calle, surgen primero Podemos, y más tarde, de cara la celebración de las elecciones municipales, Guanyem Barcelona, movimiento que se extiende por todo el país con la voluntad de aglutinar fuerzas para desalojar del poder a unos políticos inútiles en su totalidad y corruptos en gran mayoría.

El primer Guanyem se articula en torno a la idea de un proceso de construcción colectiva que promueve la exdirigente de la PAH, Ada Colau. El movimiento y la idea echan raíces en todo el país y aumenta con fuerza cuando Podemos anuncia que no se presentará con listas propias, sino que se integrará en las candidaturas de movimientos populares como Guanyen o similares formaciones.

Es entonces cuando IU, liderada por Alberto Garzón, se inclina a que la colación se sume al proyecto de candidatura unitaria de movimientos ciudadanos y Podemos, como exponente de otra forma de hacer política al servicio de los ciudadanos y alejados de los partidos institucionalizados que tan distantes se muestran de los intereses del pueblo.

Mas una vez más a lo largo de la historia del movimiento obrero, de los partidos de izquierdas, los personalismos, el egoísmo o la estolidez de sus dirigentes lo hacen imposible. Es difícil discernir el porqué del obcecamiento en mantener posturas distintas, aun a pesar de que los objetivos sean los mismos. Cuesta trabajo entender cómo, ignorando la perentoria necesidad de un cambio radical en la política del país - en el presente en poder de una clase dirigente al servicio de los intereses económicos de la oligarquía y enfangada en la corrupción-, los partidos de izquierdas y los movimientos ciudadanos no se constituyen en una opción unívoca en lugar de andar a la greña entre ellos, propiciando el triunfo de la derecha.

Cuando se contempla el resultado de las encuestas, e incluso los de las elecciones generales, una tras otra, se constata con facilidad que el espectro de electores de izquierdas supone muchos cientos de miles de votos más de izquierdas que de derechas. Sin embargo, la estúpida atomización de las izquierdas, frente a la monolítica derecha, propicia siempre que sea esta la que se enquista en el poder.

Y es algo, tal como está la situación en este país, que no puede permitirse, porque es el futuro de los ciudadanos lo que está en juego, interés muy por encima de los obtusos personalismos de liderazgo de quienes no tienen ningún derecho a jugar con el bienestar de todo un pueblo por sus estultos intereses.

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